Descripción psicológica:
Dentro de lo que cabe Feeli es una chica bastante animada. La curiosidad quizás sería el mejor adjetivo con el que describirla. Tras eso una jovialidad juvenil que, posiblemente, use para no tener que pensar en los recientes eventos, sería lo que entenderíamos como una “Característica secundaria”.

El humor, pese a ser algo que abraza, no suele ser pasto de su devoción. Como que, en ocasiones, no capta todos los matices que puede tener una conversación. Podríamos decir que se encuentra en algún punto del espectro autista.

Descripción física:
Su complexión algo delgada para una draenei promedio, le da por lo general una apariencia débil. El tono de su piel es tirando a claro, blanquecino y ligeramente enfermizo. Los ojos son azules y centelleantes, como cabe esperar. De cabello arreglado, cola larga y pezuñas no muy grandes.

Historia:
Nacida el mismo año que la llegada de su pueblo a las tierras de Draenor, Feeli es una chica que tan solo ha conocido la vieja gloria de su pueblo por los relatos e historias que los ancianos y sabios contaban a los críos durante el tiempo de paz.

Fascinada por esas historias, no fue extraño que, durante sus primeros años, investigara los secretos de su pueblo. La traición que les dio nombre o el cómo era la vida antes de hacerse llamar los exiliados fue su principal foco de interés durante varias décadas.

Las aptitudes mágicas no tardaron en despertarse en la muchacha, tan solo un siglo y medio, a bien entrada su adolescencia. Aquello, tratado con alegría por su familia, conllevó su inscripción previa a las filas de la mano de Argus, lugar donde servía su padre como un devoto paladín.

Eventualmente entró como estudiante en el cuerpo, sin embargo —y por desgracia— la guerra con los orcos no tardó en estallar. Su pueblo, masacrado y en una desesperada llamada a las armas, resistió valientemente hasta su práctica aniquilación contra la horda demoníaca comandada por el enemigo de leyenda.

Las pérdidas de guerra eran lo usual durante esos tiempos, y su padre, aquel servidor de los Naaru, perdió la vida en el asedio de Nagrand mientras las centenas —o miles— de refugiados huían a un santuario seguro: El Exodar.

Con la eventual llegada de su pueblo a Azeroth se encontró entre aquellos heridos por el aterrizaje. Sanada con el tiempo, le costó bastante empezar a mirar con confianza aquella nueva tierra, sus gentes y páramos. Puesto que todavía no sabe si llamarlo “hogar”, ha decidido recorrerlo de arriba abajo, investigar sus gentes y culturas mientras aún trabaja de desbloquear los secretos de la magia.