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La pasajera 23

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Mar 29th, 2017
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  1. Una gota de sangre cayó sobre mi blusa blanca. Luego, otra. La herida no era profunda: la puerta de la alacena me había golpeado en la ceja, abriendo un pequeño corte, que una persona más valerosa habría ignorado sin problemas.
  2.  
  3. Pero yo no era una persona valerosa. Y no soportaba ver sangre.
  4.  
  5. Acabábamos de despegar. A pesar de mi año como azafata, esa experiencia seguía dándome náuseas. Además, llevábamos a bordo a un pasajero 23. Un VIP de alto perfil. Como consecuencia, la tripulación estaba inquieta. Especialmente yo; la más nueva del equipo.
  6.  
  7. Y para colmo, eso. La sangre. El espanto.
  8.  
  9. Otra vez la colegiala caída al pie del tobogán. La risa de mi hermano, y el grito de pánico de mamá.
  10.  
  11. Sentía el estómago revuelto y la cabeza ligera. Intenté apartar la imagen de aquellas manchas rojizas extendiéndose lentamente por entre las fibras de mi blusa. "Pensá en otra cosa", me dije, pero sabía que era inútil. Yo era inútil. Me tambaleé hasta el espacio entre el armario de la vajilla y la pila de bandejas, y con toda la dignidad que pude reunir, me desmayé.
  12.  
  13. No sabría decir cuánto tiempo me llevó recuperar la consciencia. Cuando abrí los ojos, estaba sola, en la misma ridícula pose en que me había derrumbado. ¿Quizá mi espectáculo había pasado desapercibido? Rogué que así fuera.
  14.  
  15. Trabajosamente me puse de pie, alisé mi falda, inspiré profundamente, y recuperé la compostura. Todo estaba bien, me dije. No era momento de sentir vergüenza. Había que trabajar.
  16.  
  17. Con paso inseguro avancé en dirección a la cabina de pasajeros, mientras frotaba mi cadera adolorida. Atravesé la cortina, y me encontré frente a frente con el cañón de una escopeta. Murmuré un "permiso", extendí el brazo, y con suavidad hice a un lado aquel obstáculo. Verifiqué el cierre de uno de los compartimientos de equipaje, y...
  18.  
  19. ¿Una escopeta?
  20.  
  21. Mi cuerpo se puso rígido.
  22.  
  23. Un brazo grueso como un árbol me sujetó desde atrás. Sentí el frío del metal apoyado contra mi sien. Mi captor gritaba algo en un idioma que no entendía. Miré a mi alrededor.
  24.  
  25. Los pasajeros temblaban aterrorizados. Una niña lloraba en brazos de su madre. Un anciano de rostro gentil rezaba en silencio. No había rastros de la tripulación. Entré en pánico.
  26.  
  27. Junto a mí había tres hombres: el que me sujetaba, y otros dos. Eran jóvenes, no mucho mayores que yo, de aspecto elegante y distinguido. Llevaban frac, chaleco y moño, y en conjunto parecían músicos o cantantes líricos. Sólo sus expresiones, llenas de violencia y excitación, rompían la ilusión.
  28.  
  29. El que parecía ser el líder me apuntó al rostro con un arma como las que usan en las películas que mira mi novio.
  30.  
  31. —Where are the others?! —rugió.
  32. —I... Don't... —balbuceé, a punto de echarme a llorar.
  33. —Fuck! —exclamó, y dio una patada de frustración contra el suelo.
  34.  
  35. Reconocí aquel gesto: mi hermano solía hacerlo cuando perdía en un juego. Me corregí: aquellos hombres no eran mayores que yo; apenas rondaban los 20.
  36.  
  37. El líder volvió a dirigir su atención hacia mí, y me apuntó con su arma. Sabía lo que ocurriría a continuación. Iba a morir. Intenté suplicar por mi vida, pero sabía que era inútil. Yo era inútil.
  38.  
  39. En ese momento las luces de la cabina se apagaron, y comenzó el caos. Los pasajeros gritaban, mientras los secuestradores vociferaban en aquel idioma desconocido. El brazo que me sujetaba se aflojó abruptamente, y alguien tiró de mí, haciéndome perder el equilibrio. Intenté aferrarme a algo, pero mi mano se cerró en el aire, de modo que atravesé volando la cortina, y caí de espaldas junto a la puerta del baño.
  40.  
  41. Intenté emitir un gemido de dolor, pero una mano tapó mi boca. Sujeté aquel brazo e intenté identificar a su dueño.
  42.  
  43. Entonces la vi: la pasajera 23.
  44.  
  45. Sus ojos reflejaban el resplandor rojizo de las luces de emergencia, dándole un aspecto casi irreal. Su hermoso rostro entrado en años mostraba valor y decisión. Llevaba el cabello atado en una cola de caballo, y vestía una gruesa polera negra. En su mano de largas uñas carmesí sujetaba una pistola con ademán profesional. Parecía la heroína de uno de los videojuegos de mi hermano.
  46.  
  47. La mujer se inclinó hacia mí.
  48.  
  49. —Tranquilizate, preciosa, todo va a salir bien —susurró.
  50.  
  51. A continuación se incorporó con agilidad felina, y atravesó la cortina en dirección a la cabina de pasajeros, que seguía envuelta en sombras.
  52.  
  53. En retrospectiva, creo que hasta ese momento no había alcanzado a comprender la gravedad de la situación. Pero cuando sonó el primer disparo, sentí que me iba a desmayar otra vez. Mi vida, y las vidas de todos a bordo, estaban en manos de la pasajera 23.
  54.  
  55. Me encogí en posición fetal junto a la cortina, sobresaltándome violentamente con cada disparo, y me cubrí el rostro, intentando contener las lágrimas. Los gritos de los pasajeros habían cesado, pero el silencio era mucho peor. ¿Íbamos a morir?
  56.  
  57. Aguardé.
  58.  
  59. De repente... ¿Aplausos? ¿Gritos de felicidad? ¿Qué estaba ocurriendo?
  60.  
  61. Haciendo acopio de toda mi presencia de ánimo, me asomé tímidamente por debajo de la cortina.
  62.  
  63. La cabina era una fiesta. Los pasajeros aplaudían, reían y se abrazaban entre sí. Sólo ella permanecía seria. Su zapato negro de taco aguja daba golpecitos rítmicos contra el suelo.
  64.  
  65. Me puse de pie y me acerqué a ella.
  66.  
  67. —¿Señora..? —dudé. ¿Cómo debía dirigirme a mi salvadora?
  68. —Todavía falta uno —dijo, con tono preocupado.
  69.  
  70. De pronto oí un fuerte golpe seco. Confundida, intenté identificar su origen. Entonces el dolor me asaltó como un tsunami, y descubrí que había sido mi propio cráneo. Caí de espaldas a los pies de mi atacante, que apuntaba a la pasajera 23 con el mismo revólver con que me había golpeado en la nuca. Estaba vestido como los otros tres, pero parecía mucho mayor. Su larga barba gris ocultaba la mayor parte de su rostro.
  71.  
  72. La pasajera 23 levantó los brazos en señal de sumisión, y avanzó lenta y pausadamente hasta pararse entre mi atacante y yo. El hombre parecía fuera de sus cabales: tenía los dientes apretados y los labios retraídos, como un lobo rabioso a punto de atacar. Murmuró unas palabras incomprensibles, y escupió al suelo. Luego levantó la voz: "Jakim! Jakim!", llamó, pero no obtuvo respuesta.
  73.  
  74. —Where's Jakim?! WHERE'S MY SON?! —ladró.
  75. —He's dead. They're all dead. It's over —respondió ella con calma.
  76.  
  77. Adivinando lo que ocurriría a continuación, intenté prevenirla, pero ya era tarde. Como en cámara lenta, el hombre lanzó un rugido de furia animal, y apretó el gatillo.
  78.  
  79. Y la pasajera 23 cayó.
  80.  
  81. Durante un instante sólo hubo silencio. El Universo parecía haberse congelado. De repente, un chillido agudo y penetrante rompió el hechizo.
  82.  
  83. Me sorprendió descubrir que provenía de mi garganta.
  84.  
  85. Como poseída por mil demonios, me impulsé hacia adelante y me aferré al tobillo del asesino.
  86.  
  87. Y lo mordí.
  88.  
  89. El hombre gritó y comezó a patearme. Me sujeté a su muslo, abrí la boca, y lo mordí de nuevo, esta vez con más fuerza. Daba igual si me lastimaba. Ni siquiera me preocupaba morir. Mi salvadora había caído, y yo iba a vengarla.
  90.  
  91. De pronto, un único disparo retumbó en la cabina. Todo había terminado.
  92.  
  93. Pensé en mamá y en mi hermano, esperándome en casa. No iba a regresar. Había muerto enfrentando a un terrorista. Un final curioso para una cobarde como yo. ¿Estarían orgullosos de mí? Quería pensar que sí.
  94.  
  95. Aguardé la oleada de dolor.
  96.  
  97. Pero de pronto los forcejeos cesaron, y el hombre cayó inerte, con un agujero en la frente.
  98.  
  99. Miré hacia atrás, y mi corazón dio un brinco. La pasajera 23, agazapada como una leona, sostenía una pistola humeante. ¿Cómo era posible?
  100.  
  101. —Kevlar y spectra —dijo, mientras se señalaba el torso, adivinando la causa de mi sorpresa.
  102.  
  103. Sonreí, y percibí la sangre del hombre que había atacado, fluyendo espesa entre mis labios.
  104.  
  105. La sangre...
  106.  
  107. La cabina empezó a dar vueltas.
  108.  
  109. Atardecía. La plaza estaba desierta. Mi hermano reía. Mi madre dio un grito de pánico. Yo estaba tendida al pie del tobogán. Me había raspado con un tornillo que sobresalía de la madera, y ahora la sangre se extendía lentamente por mi brazo, empapando mi uniforme. Mi madre se arrodilló junto a mí, y suavemente recostó mi cabeza sobre sus piernas.
  110.  
  111. —¿Estás bien, preciosa? —me preguntó, preocupada.
  112. —Sí. No me duele.
  113. —Fuiste muy valiente. Nos salvaste a todos. Estoy orgullosa de vos.
  114. —Gracias, mamá. Te quiero mucho —murmuré, y cerré los ojos.
  115.  
  116. Desperté en un vehículo en movimiento. Estaba envuelta en una manta cálida y confortable. Una médica sostenía mi párpado abierto, e iluminaba mi rostro con una linterna. Le sonreí débilmente, y ella me sonrió a su vez.
  117.  
  118. Me incorporé con dificultad. La cabeza me dolía de muchas formas diferentes.
  119.  
  120. Miré a mi alrededor, y me topé con su mirada. La pasajera 23 estaba sentada con imponente elegancia en el otro extremo de la ambulancia. Parecía una reina.
  121.  
  122. —No quiso dejarte sola —dijo la médica.
  123.  
  124. Intenté responder, pero no sabía qué decir. Recordé las palabras que había pronunciado antes de perder el conocimiento, y me ruboricé furiosamente.
  125.  
  126. —Descansá. Va a haber una rueda de prensa —dijo con dulzura la pasajera 23 —y quiero que estés conmigo. Te prometo que cada argentino va a conocer tu historia. Vas a ser famosa.
  127.  
  128. Nunca había estado en una rueda de prensa, y no tenía idea de lo que iba a pasar después, pero por el momento todo estaba bien. Estaba a salvo. Y además, ya sabía cómo dirigirme a ella.
  129.  
  130. —Gracias, señora presidenta.
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