ROL

- Tardo más de lo que le gustaría admitir en reaccionar a aquello, no sólo por la sorpresa de la situación en sí, sino por el tiempo que había pasado desde la última vez que su hermana y él habían tenido cualquier tipo de contacto físico. Sin poder evitarlo y llevado por la urgencia de la idea de un tiempo pasado que recuperar correspondió a aquél beso con el mismo ímpetu, rodeando la figura de su hermana con ambos brazos nuevamente, más poco duró aquello, pues no tardó en apartarse para ahora darle la espalda mientras se llevaba una mano a la cabeza. Sin duda aquél reencuentro había sido distinto a como se lo había imaginado miles de veces en su cabeza; En todos los escenarios que se le habían ocurrido al Velocista los reproches iban por delante de las acciones y el choque de ideales se anteponían a cualquier cosa. Se pasó una mano por el pelo para echárselo hacia atrás de forma nerviosa y volvió junto a su hermana, colocándose frente a ella para agarrarla con la fuerza justa de ambos brazos. -

Wanda, si te hubieran hecho algo... Si te hubieran capturado...

- No quiso ni imaginarse qué podrían o querrían hacer con ella, si bien la búsqueda de la bruja escarlata tenía la razón de ser capturada con vida, no sabía hasta qué punto podría ser eso peor a que le pusieran precio a su cabeza, al fin y al cabo con su padre lo habían hecho. ¿Quizás simplemente la querían de su lado? Aquello tenía lógica, pues sería un aliado muy valioso para ellos. Relajó entonces tanto el agarre como la propia tensión de su cuerpo, percatándose de que si seguía en aquél estado mucho más tiempo al final acabaría mal para ambos. -

Te he echado de menos, Wanda.

- Y su frase era totalmente cierta, pues su vida había dejado de considerarse vida desde el momento en el que ambos, por decisión propia, habían decidido separarse en bandos opuestos para sorpresa mutua. -

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- Pese al humor que empezaba a mantener junto a la Capitana la primera respuesta no bastó para plasmar una sonrisa en el rostro del peliblanco, no en la situación en la que se encontraban y menos aún con las dudas que ahora poblaban su cabeza. ¿Una trampa? Clavó las orbes en las ajenas, pensando en las posibilidades de que aquello fuera una tapadera para otra acción más grande, pero no creía él que fuera así. Al final no tuvo que decir nada al respecto, pues la mujer tomó la iniciativa de descartar aquella idea mas la propuesta que ofreció al velocista lo pilló ciertamente por sorpresa. Nunca lo había pensado, nunca se había detenido a investigar qué ocurría después de hacer su trabajo pues, realmente, hasta hacía poco no era algo que hubiera captado su interés. Observó al equipo seguir con su trabajo con el cuidado que bien conocía para mantener las apariencias frente al público más exigente que aún dudaba de la nueva Hydra y optó por asentir, ahondar en la verdad quizás le ayudara a decidir qué hacer de ahora en adelante con toda la situación en la que estaba metido. -

Vamos.

- Con una paciencia muy poco común en él, esperó lo mejor que pudo a que los soldados acabaran su trabajo, alejándose lo suficiente de la prensa para no tener que hablar y en caso de que hiciera falta escurriría el bulto hacia Carol pues confiaba más en su forma de expresarse cara al público que en la propia; La experiencia de los años se lo había demostrado. Una vez finalizada la extracción y acordonada la zona no perdió detalle de como uno de los generales agradecía a ambos héroes por su trabajo mientras de forma indirecta procuraba despachar a ambos ¿A qué se debía aquella actitud? Se adelantó a la mujer, colocándose a su lado para responder mirando de frente al general. -

Os acompañaremos al centro de reacondicionamiento. Es posible que si llegaron tan lejos con este asalto algún otro grupo de rebeldes intente detener el convoy para rescatar a sus aliados. ¿Algún problema con ello, General?

- No le costó en absoluto percibir el nerviosismo que desprendía el hombre, más lo pasó por alto por el momento porque les convenía a ambos. Recibiendo por respuesta un simple "De acuerdo" ignoró la invitación del hombre a entrar al coche y de un salto se colocó sobre la furgoneta, sentándose en el techo con las piernas cruzadas; Aquél sería un larguísimo viaje para el peliblanco. -


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Su mundo y su vida se habían visto sacudidos por casi todas las vías posibles los últimos meses. La aparición de Rhydian y Nihm en su vida había planteado cosas que antes ni estaban por asomo y el añadido de la búsqueda de su madre real cerraba el círculo de lo que para él era prácticamente una nueva vida. Su concentración ahora puesta en uno de los numerosos pergaminos que adornaban el grandísimo estante se vio afectada por el apenas notable cambio el la presión del viento que percibió en el exterior. Frunció el ceño a la vez que guardaba el papiro en su sitio, girando sobre sus talones para acercarse ligeramente hacia la ventana que daba al exterior. Por un momento pensó percibir la presencia del Alado más no estuvo del todo seguro hasta que éste hizo la señal de siempre, plasmando de forma instantánea una sonrisa en las facciones del rubio. ¿Hacía cuánto que no realizaba una de sus visitas? Llevado por sus impulsos se apresuró a salir de aquél lugar soltando a los monjes la primera excusa que se le pudo ocurrir para con aún sus voces y quejas a su espalda, salir del Monasterio prácticamente corriendo.

[color=#ff6600]- Sígueme. -[/color]

Dijo aquello en cuanto pasó a su lado, saltando sobre una roca plana y usando su magia para revolver la tierra bajo sus pies y así dejar que esta misma lo moviera prácticamente deslizándose como si de una tabla de surf se tratase. A toda velocidad se alejó del monasterio, disfrutando del aire que impactaba contra su rostro a la vez que por fin después de varios días se sentía con los ánimos por las nubes nuevamente. Minutos después el rubio se detuvo, llegando a un prado situado en la entrada norte del bosque en el que abundaban todo tipo de flores, tantas que ni el olfato refinado del rubio llegaba a discernir la cantidad de esencias que llenaban el aire con su aroma.

[color=#ff6600]- Descubrí este lugar hace poco... ¿No es genial? -[/color]

Aún con la sonrisa en su rostro se dejó caer en el suelo de espaldas y soltó la pregunta sin pensar, dejando que la curiosidad ganara a la educación que siempre prevalecía en él.

[color=#ff6600]- ¿Dónde has estado? -[/color]


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Aquél ligero ruido que se acercaba provocó que la pelirroja se tensara, agudizando los oídos a a la par que los movía ligeramente para captar la procedencia o su naturaleza. Se mantuvo quieta en todo momento en cuanto la sombra apenas distinguible pasó por delante de ellos a sabiendas de que si con tanta prisa iba, era porque de algo huía y poco tardó su lógica en confirmarse.

Afianzó su agarre al árbol, permitiendo que su mirada pasara de la extraña criatura al resto de lo que eran sus "compañeros", vigilando ante cualquier tipo de movimiento por ambos bandos ¿Qué se suponía que debía hacer en aquella situación? Estaba claro que atacar iba en contra de sus ideales, más aún viendo que el primate no había decidido atacarles en cuanto los vio. No. La única opción que veía en aquella situación la pelirroja era esperar a que él hiciera su movimiento; A partir de ahí decidiría qué hacer.

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Os percatáis al instante de lo peligroso que es aquél lugar, convirtiéndose prácticamente en una penitencia de muerte para todo aquél sin la fuerza necesaria para romper la única vía de escape que tiene, mas eso es algo que no os falta a vosotros y pese a los ataques fallidos por la confusión que persistía en vuestra cabeza lográis romper el hielo que bloquea vuestro camino hacia la cueva.

Con prisa para no morir por el veneno os adentráis en el túnel, escuchando en el exterior el increíble rugido de ambos dragones adultos seguidos del pesado aleteo que os informa que han abandonado la planicie. El silencio y la oscuridad reinan aquél tunel durante minutos que se hacen prácticamente eternos y en cuanto uno de los presentes hace la intención de hablar, la figura del dragón morado aparece veloz a través de la entrada del túnel, abriendo sus fauces para con la fuerza que le queda atrapar prácticamente toda la figura de la Yordle púrpura.

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Sin duda el estado de tus compañeros es pésimo pero la prioridad de tu cabeza está puesta en la misión, además, siendo dos podrían ayudarse mutuamente ¿No? Decides abandonar su lado y corres lo más rápido que puedes hacia la llave, pasando la vista de la pequeña pieza metálica a la extraña puerta una y otra vez. La puerta, apenas de un metro de alto y visiblemente de madera roja se encuentra cerrada ante ti con una única cerradura dorada que tiene grabadas las iniciales "F.F.Y.", una rápida inspección a la llave te permite descubrir que la misma inscripción está en su metal, pero a la inversa. "Y.F.F.". Sin pensártelo demasiado intentas abrir la cerradura con la llave, más te resulta totalmente imposible girar la llave una vez entra. En cuanto sacas la llave, del pequeño agujero cae un papel que al desenrollar te permite leer lo siguiente. "Sólo aquél que haya probado la dulzura de la locura probará ser digno de abrir las puertas del infierno."

¿Qué harás?

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Esbozó una mueca de disgusto en cuanto percibió la repentina cercanía de la muchacha. Asintió a su pregunta un par de veces a la vez que se encogía de hombros para quitarle importancia al asunto. Soltó un largo suspiro antes de ponerse en marcha nuevamente, bajando las escaleras del lugar a la vez que una vez más, se rascaba el lado derecho del cuello, cada vez con más y más fuerza, prácticamente a punto de hacerse sangre si seguía por aquél camino.

[color=green]- Debemos salir de aquí, tengo cosas pero no comida y supongo que tendrás hambre. -[/color]

Aquello fue más un refunfuño que una frase normal, pero no encontró forma distinta de soltarlo, no le gustaba estar así, pero sólo podía achacar su humor a la falta de sueño, esperaba que la comida lograra mejorar su estado anímico.

[color=green]- Vamos, hay un pueblo cerca de aquí. -[/color]