ero al subir al estrado Pasionaria, el teatro pareció I colapsar', como si el auditorio hubiera enloquecido de pronto, arrebatado por una ardiente fiebre colectiva. Alta, de soberbio porte, pálida piel, mandíbula de 5 pedernal?, enfundada en un vestido de furioso negro que le cubría desde más abajo de la rodilla hasta el cuello, sin más adorno³ que unos pequeños pendientes de perlas, sin pintura en los ojos, sin carmín en los labios, un moño campesino pegado a la nuca, las manos desnudas recogidas sobre el 10 regazo", imponente, resuelta, rodeada por una invisible aura de magnificencia..., Pasionaria, la diosa terrenal del pueblo, caminó hacia la tribuna de los oradores, con lentitud, solemne y transida“, entre los vítores del público enardecido [...]. Pasionaria comenzaba a hablar. P -¡Hijos de Madrid!, compañeros de la lucha -clamó- hombres y mujeres, ¡camaradas todos en el combate y la muerte! Pasionaria iba desgranando sus ideas con verbo encendido, los ojos arrebatados por una intensa luminosidad, las palabras abrasadas por su lengua de fuego. -Y si habéis de morir antes de tiempo, tenedlo como un orgullo y afrontadlo con valor. Pues si la vida nos propone calamidades, ¿no es acaso una liberación la muerte por nuestros ideales? Liberación y glo sacrificio y valor... ¡Que no os asuste el destino, que no os apene, que 25 no os haga llorar...! Pensad en el Madrid mártir y heroico del que formáis parte indeleble, aceptad la muerte como una liberación si es por una patria justa...Vuestros nombres ya están escritos en el friso de la fama. Ellos... jno pasarán!, jno pasarán! El público se puso en pie y, con los puños cerrados sobre las 30 cabezas, coreó el eslogan: -¡No pasarán, no pasarán, no pasarán! servicio a la patria y a la revolución,