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Sep 23rd, 2017
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  1. Contrario de lo que se supone, las burguesías no son, bajo el capitalismo dependiente y subdesarrollado, meras “burguesías compradoras” (típicas de situaciones coloniales y neocoloniales, en sentido específco). ellas mantienen un fuerte poder económico, social y político, de base y de alcance nacionales; controlan la maquinaria del estado nacional y cuentan con soporte externo para modernizar las formas de socialización, de cooptación, de opresión o de represión inherentes a la dominación burguesa. De esta manera, se hace muy difícil desplazarlas políticamente mediante presiones y conflictos mantenidos “dentro del orden”, y es casi imposible usar el espacio político, garantizado por el orden legal, para hacer estallar las contradicciones de clase, agravadas por las referidas circunstancias. el “retraso” de la revolución burguesa en la parte dependiente y subdesarrollada de la periferia adquiere, así, una connotación política especial. Allí la burguesía no está solamente luchando para consolidar ventajas de clase relativas o para mantener privilegios de clase. ella lucha simultáneamente por su supervivencia y por la supervivencia del capitalismo. esto introduce un elemento político en sus comportamientos de clase que no es típico del capitalismo, principalmente en las etapas de maduración económica, sociocultural y política de la dominación burguesa en europa y en los Estados Unidos. Esa variación puramente histórica es, no obstante, central para entender el creciente divorcio que se da entre la ideología y la utopía burguesas y la realidad creada por la dominación burguesa. Entre la ruina fnal y el fortalecimiento, esas burguesías no tienen mucha elección propiamente política (es decir, “racional”, “inteligente” y “deliberada”). el idealismo burgués debe ser echado a un lado, con sus compromisos más o menos fuertes con cualquier reformismo auténtico, con cualquier liberalismo radical, con cualquier nacionalismo democrático-burgués más o menos congruente. La dominación burguesa se le revela a la historia, entonces, bajo sus rasgos irreductibles y esenciales, que explican las “virtudes”, los “defectos” y las “realizaciones históricas” de la burguesía. Su inflexibilidad y su decisión a la hora de emplear la violencia institucionalizada en defensa de intereses materiales privados, de fnes políticos particularistas, y su coraje de identifcarse con formas autocráticas de autodefensa y de autoprivilegiamiento. el “nacionalismo burgués” estrena, así, un último giro, fusionando la república parlamentaria con el fascismo.
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