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Guest User

Depression2.

a guest
May 25th, 2018
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  1.  
  2. Pisando cristales rotos en calles que se deterioran poco a poco, me volví loco y descubrí que la cordura está sobrevalorada; puedes vivir con ella pero no aporta nada; salvo cargas. Tus pestañas largas, tu resistencia, mis armas. No, no valía la pena seguir tu voz de sirena a través del mar de almas. Debajo de tu falda, el principio, el final, un lugar donde viven mis fantasmas; sin saber si eres la luz que ilumina y que salva, o la oscuridad antes del alba.
  3.  
  4. Lo cotidiano, tu tacto se volvió una niebla fría y me perdí en un lugar abstracto; promesas incumplidas, momentos inexactos, el aroma del rencor fue tu extracto. Quiero creer que no estoy seco, que esto no es eco resonando en mi interior, porque por dentro estoy hueco sin ti. Cosas que no se dijeron, aquello que no viste, momentos que no fueron, los perdí, perdidos los dos para siempre y es triste, como todo desde que te fuiste.
  5.  
  6. Ahora persigo sombras, barriendo estos escombros debajo de la alfombra, porque ya no me nombras, y pensar que me extrañas es algo que me engaña; Es una carga en mi espíritu, pero sé por qué soy reacio a dejar ir el dolor, porque el dolor es la prueba de que un día estuviste, y es todo lo que me queda.
  7.  
  8. Siendo sincero, ya no recuerdo la última vez que desperté sintiéndome ligero. Recuerdo lo esencial, tu perfume, tu pintalabios, luego dijiste que me dejabas. He descubierto que la pena es fiel compañera, distingo tus ojos de miel, pero ahora estás con él, bien, yo estoy con ella: Sucedáneos, reemplazos inútiles.
  9.  
  10. Te perdí el rastro pero me quedan tus huellas. Y algunas depresiones que pasar, cuando me da por pasar otra hora junto a ella, cuando puedo recordar momentos brillantes de amor incondicional, sin reproches constantes, así como éramos antes de que todo cambiara; yo dejara de ser yo, tu me volvieras la cara, nos diéramos la espalda, todo se volviera sepia y descubriera que hay dolores que no tienen anestesia.
  11.  
  12. [...]
  13. Y eso que yo para no agobiar con flores a María, para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías, para no
  14. comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería con la cofradía del Santo Reproche; Tanto la quería, que tardé, en aprender a olvidarla, diecinueve días y quinientas noches.
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