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Oct 18th, 2017
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  1. En aquella época, no es que yo tuviese en mente la idea de la perfección física, sino que, más bien, era esa toma de control sobre el adelgazamiento progresivo que te hace sentir que tu cuerpo adelgaza cada día y que eres tú quien lo está consiguiendo, quien lo está provocando. Es una sensación muy muy fuerte. (Música) Cuando me estaba matando de hambre, aunque no estaba hambrienta, tenía... Una sensación aguda de estar viva, concentrada en mí misma, viviendo con intensidad. Y lo disfrutaba. Parecía que pasaba de verdad, casi como si estuviese drogada. -Esa sensación de estar completamente vacía la sentía. Y no quería dejar de sentirla. Era algo en mí que... El hecho de controlar algo, un cuerpo. Sabes que te diriges al infierno, pero sigues yendo. (Música) Hoy, al igual que ayer, existen chicas y mujeres jóvenes que desafían las leyes de la humanidad y nos desconciertan con su obstinada negativa a alimentarse. En el siglo XV eran ayunadoras místicas. En el XIX histéricas o melancólicas. Hoy se dice que sufren un trastorno del comportamiento alimentario. ¿Pero qué es lo que nos están diciendo a través de su delgadez? ¿En qué mecanismos se ven atrapadas? Padres, hermanos, amigos y cuidadores se enfrentan a un enigma. La anorexia afecta a la inmensa mayoría de los casos a las chicas, pero cada vez son más los chicos que ingresan en los centros de cuidados. Es una adolescente de 14 años que ya había sido hospitalizada en 2013 debido a un trastorno del comportamiento alimentario. De hecho, acabó en urgencias por una pérdida de peso masiva y después la mandaron a mi consulta. No sé si os acordáis, pero en la fase más aguda de la enfermedad decía que tenía la sensación de que, el hecho de inhalar los alimentos, le hacía coger peso. La madre me dijo que había dejado de tocar los alimentos porque tenía la sensación de coger peso. Que las calorías entraban en ella solo con tocar la comida. Pienso que ha debido de ser muy duro para ella. Se ha esforzado mucho por mantener su peso, por no superar la barrera de los 40 kilos. Después del verano empezó a encontrarse peor. Además, tenía muchos trastornos obsesivo-compulsivos vinculados. Hubo una mejoría considerable, pero luego se produjo un recrudecimiento de esos trastornos que en casa se volvieron muy invasivos. Por ejemplo, puede llegar a pasar dos horas bajo la ducha, se echa unas cremas adelgazantes y se las restriega con violencia para perder peso. Hasta tal punto que le tiene que pedir a su madre que la acompañe al cuarto de baño para que le impida hacerlo. También tenía dificultades para dormir. Solo podía dormirse con su madre. Aunque se había atenuado mucho, ya no necesitaba dormir con su madre. Pienso que la hospitalización, la separación que entrañó esa primera hospitalización, le había permitido hacer ese trabajo de separación. -Encuentro que esta vez, comparada con la anterior hospitalización, está bastante cerrada, se ha aislado mucho. Intentamos sacarla de su cuarto para que vaya a los talleres, -Yo la encuentro en un estado de malestar. -En estado de malestar, triste... Angustiada, me parece a mí. -Sí, sí. -Es una dolencia psíquica que no deja de ser muy peculiar, ya que afecta al organismo, cosa que no se da en el caso de otras dificultades psiquiátricas. Hay algo de flirteo con la muerte que requiere una dedicación importante por parte de los equipos de cuidadores. El proceso de la anorexia, el negarse a comer, el negarse también a hacerse mujer, el negarse a entablar vínculos, también es, en el fondo, una manera de luchar contra una tristeza muy muy profunda, contra un desamparo muy muy profundo, y que, sin duda, lleva ya mucho tiempo en estado latente. Hasta que un día pasa algo en torno a la adolescencia, un poco antes o justo después, alrededor de la época en que la chica se abre a la feminidad, se abre a la vida. Sin embargo, esa apertura no le parece posible y en ese momento es cuando ve florecer todos esos afectos tristes que echan raíces por el proceso de anorexia. -Ondular. Nos enseñó su dibujo y nos dijo, sin que lo oyese el resto del grupo, si no me equivoco, la explicación está detrás. Está escrito con una letra verdaderamente minúscula. -"Mis pantalones encogieron y yo engordé". Y aquí pone... -"Porque... " -"Porque el primero es más delgado que los demás. También es cuestión de tiempo". -Por otro lado, la estoy siguiendo en psicoterapia y a menudo la veo en actitud de: "Os doy esto y ya veréis lo que hacéis con ello". Al principio, me había dicho: "Ya he visto a unos cuantos psicólogos. He estado ingresada en tres hospitales psiquiátricos, he estado en una clínica". Vamos, que me decía claramente: "Sé que me deseas lo mejor y que tienes esperanzas, pero conmigo vas listo". -Yo he llegado a asustarme, a angustiarme. Sobre todo, cuando nos llegaba un paciente que había recaído. En este caso, era un chico anoréxico. O sea, algo que no se ve tan a menudo. A mí me impresiona mucho más porque no es tan habitual ver a un chico con un trastorno del comportamiento alimentario como la anorexia restrictiva. De hecho, se encontraba en un estado de delgadez tal, que a veces no podía mirarlo en ropa interior cuando le estaba pesando. Me sentía incapaz. Y entre los síntomas críticos, digamos, estaba el olor a acetona en su aliento, que es un síntoma muy grave. A mí eso me remitía a la muerte. -En el momento yo no era consciente de mi anorexia. Solo era consciente de que había algo que no iba, pero no podía hacer nada por evitarlo. Sentía que se estaba instalando en mí un malestar. Y poco a poco mi padre lo fue viendo, durante las comidas. Durante las primeras comidas en las que vio que algo iba mal. Cada vez que quería que comiese algo, era un drama. Estaba entrando en una espiral que hacía que no comiese, que me quisiese vaciar, vaciarme por completo. -Hay un momento en el que se produce lo que llamamos el detonante, también se habla de detonante en el otro sentido, pero hay un momento en el que se forma un ideal en su mente en relación con determinadas heridas de tipo narcisista, en relación con ciertos sufrimientos. La idea es: "Voy a hacer esto, me voy a controlar, voy a estar todo lo delgado que pueda". Y esa es la solución. Además, están todos los beneficios de las endorfinas y del cortisol. Es decir, esa euforia que se presenta muy rápidamente y, por tanto, una cierta anestesia, una atenuación de las vivencias más dolorosas que están atravesando y que llevan ya un tiempo atravesando, ya que tienen problemas en la relación consigo mismos, problemas de confianza en sí mismos, en su vida y en sus relaciones. Tienen muchos miedos y muchos sentimientos de amenaza interior. -Creo que, claramente, también está esa idea de borrar la sexualización del cuerpo. No se trata de convertirse en un chico, no es eso. Lo que pasa es que, de golpe, te ves todas esas curvas en sitios nuevos y es algo que te impacta. Y es cierto que borrar esas curvas adelgazando también es una forma de darse algo de tiempo. Yo vivía en un contexto de insatisfacción permanente que hacía que, pasase lo que pasase, nunca me encontraba bien. Siempre necesitaba más, más, más... O sea, más trabajo, más delgadez, más de todo. -No me acuerdo, pero sé que mi padre quería... Quería hacer algo a toda costa, pero yo me negaba. Hasta el día en que tuve que reconocer que estaba molida. Y hasta tomarme una infusión era complicado. Y para hacerme reaccionar, mi padre me decía cosas muy crudas. Era muy duro conmigo, justamente, para hacerme reaccionar. Hasta que un día yo ya no pude más. Estaba en las últimas, sin fuerzas, nada. Y ahí tuve que darle la razón, pero ya no me acuerdo, porque en el pueblo teníamos un médico de familia, vivíamos en el campo, y debí de contárselo, pero me costaba aceptar que me hospitalizasen por eso, me parecía estúpido. -Hubo un descenso progresivo, con varias etapas en la hospitalización, en las que me intentaban hacer ganar peso, pero aún así, se fue produciendo ese descenso progresivo al infierno. Hasta que un día me dije... De hecho, lo recuerdo perfectamente. Estaba pasando delante de una panadería que hay al lado de casa de mis padres y me dije que, evidentemente, representaba todo lo que me estaba prohibido. Es una imagen, pero en el fondo, es eso, y también representaba la vida de la gente normal. La gente entra en una panadería con la misma naturalidad con la que va a cualquier lado. Y en ese momento me dije que nunca saldría de esa. Me dije que no había nada que hacer y que me había convertido en un peso inasumible para mis padres y les estaba haciendo vivir un infierno. Y que lo mejor sería que me quitase de en medio. Así que me tomé unos medicamentos. Pero justo esa noche mi madre volvió a casa un poco más temprano de lo normal. (Música) Los efectos de un ayuno prolongado son conocidos desde hace tiempo. El sentimiento de euforia, la pérdida de la sensación de hambre, pero también la interrupción de la regla y una perturbación generalizada del sistema hormonal. El corazón, el hígado, los riñones, los huesos y la piel se ven debilitados por las carencias. La inanición también entraña una reducción del volumen del cerebro, lo que agrava ciertos problemas cognitivos, como la hiperactividad, los rituales obsesivos o el trastorno de la imagen corporal y de la percepción de uno mismo. La desnutrición conduce inexorablemente a un agotamiento del pensamiento y del cuerpo. Tenemos una terapia que se basa en cuatro pilares. El primer pilar tiene que ver con la normalización del peso y del comportamiento alimentario. El segundo pilar es la terapia con los pacientes, las conversaciones psicoterapéuticas, durante las que tratamos de entender el patrón de su enfermedad, de su trastorno. Es decir, ¿por qué yo personalmente me he puesto enfermo? ¿Cuál es mi historia personal con esta enfermedad? ¿Y qué tengo que hacer en un futuro para evitar que se repita la historia? El tercer pilar es el trabajo con los padres, que, a menudo, comprende una terapia familiar. Pero también hacemos terapias grupales en las que los padres de los pacientes se conocen y les informamos de todo lo relativo a la enfermedad y de los problemas a los que se tendrán que enfrentar. El cuarto pilar es el tratamiento de los trastornos relacionados ya que, a menudo, los pacientes con anorexia sufren otros trastornos. Como, por ejemplo, la depresión. O, como en el caso de una paciente que tengo en estos momentos, el trastorno obsesivo-compulsivo, y otros problemas psiquiátricos que requieren un tratamiento. Y solo cuando empiezan a ir mejor físicamente, es cuando emprendemos el proceso psicoterapéutico. -Estoy un poco desesperada, me da miedo no volver a salir de aquí. -Claro que saldrás de aquí. De verdad, Constance, has hecho muchos progresos. Tarde o temprano, saldrás. Es 100 por 100 seguro. Lo que tienes que hacer es pensar en el siguiente paso. Yo siempre digo lo mismo, el próximo partido siempre es el más difícil. Y tu próximo partido es en Navidad. Es en lo que te tienes que concentrar para superar esta etapa y poder volver a casa, ¿de acuerdo? Hasta pronto. -Adiós, muchas gracias. -A menudo me pregunto: "¿Cuándo se producirá por fin ese detonante? ¿Cuándo llegará?" Estaba tan mal que me decía que acabaría llegando. Ya en el hospital estaba fatal. -Y no llegó a producirse. -No, no llegó nunca. Y me sigo preguntando porqué. A lo mejor, es que no estoy lo suficientemente malcomo para que llegue. -Yo tengo la impresión de que te tendríamos que poner una sonda nasogástrica para que te dieses cuenta de tu estado, y eso me da miedo. Creo que la enfermedad te tiene tan controlada que tienes la impresión de no estar lo bastante enferma aún. -Ajá. - ¿Te das cuenta de que, para mí, es una locura oír estas cosas? -Hace tiempo que trabajo aquí y me escandaliza escuchar algo así. -Casi siempre empezamos el tratamiento haciendo escribir dos cartas a nuestros pacientes. La primera carta empieza diciendo: "Querida anorexia, eres mi mejor amiga porque... "Y los pacientes tienen que escribir por qué la anorexia es su mejor amiga. Después de un primer periodo de tratamiento, les hacemos escribir una segunda carta que empieza diciendo: "Cruel anorexia, eres mi peor enemiga porque... "Ahí es cuando les hacemos reflexionar sobre la manera en que la anorexia les ha destruido la vida. -La primera pregunta es cómo te sientes. Vale. ¿Eso quiere decir que piensas que tus caderas son tan anchas como este huevo? -Sí. -Bien, ahora mídete las caderas. Vale, ahora superponlas. ¿Y ahora? -Es la segunda vez que hago esto y todavía sigo sin creérmelo. - ¿Sigues sin creerte que el circulo azul representa la realidad? -Me parece tan pequeño... - ¿Y la última vez que lo hiciste tuvo algún defecto en tu forma de percibir tu cuerpo?-No. -En el día a día no consigues acordarte de lo que estás viendo aquí, de que eres más delgada de como te sientes. -Sí, es lo que me dice todo el mundo, pero no acabo de creérmelo. (Música)Las crisis adolescentes más graves son las que afectan a la imagen del cuerpo. Hay que entender que, como es natural, la mayoría de los adolescentes están orientados de manera narcisista. Se les ha educado para que piensen que el yo es muy importante y que la popularidad, la simpatía, el éxito social y la belleza son muy importantes. Por tanto, ese culto de la propia imagen hace que una parte de los jóvenes, una parte más bien extendida, sienta que no se ajusta a esos modelos ideales tan despiadados que han interiorizado. No se sienten a la altura. Y, por lo tanto, se ven obligados a tomar medidas. O modifican su cuerpo o lo sacan de la circulación o lo matan porque lo ven como el principal responsable de su fracaso. Es inevitable que a esa edad el sentimiento de ser diferente y la incapacidad de asumir la condición humana, se manifiesten, digamos, en el cuerpo. Estamos instalados en la sociedad del narcisismo, en la patología del narcisismo, en el sufrimiento narcisista. Los ideales éticos se han visto reemplazados por los ideales estéticos y la estética es el ámbito de la imagen. (Música)Hoy en día, la tentación anoréxica es más fuerte que nunca. La tiranía de tener un cuerpo ultra delgado está omnipresente en las webs y las redes sociales que más frecuentan los adolescentes. El entorno virtual atrae y favorece las creencias. Se pueden acabar convirtiendo a la anorexia del mismo modo en que se convertirían a una religión. (Música)Corren el peligro de caer en un entorno equivocado que puede fomentar la aparición de la anorexia en una joven acomplejada, vulnerable, introvertida. Pero la mayor parte de las veces la anorexia hace resonar otra cosa. Un trauma más antiguo, algo que salió mal, una inadaptación. (Música)Creo que el hecho de hacerme adulta fue algo demasiado intenso para mí. Pensé que tendría que tomar un montón de decisiones adultas sobre mi vida y sobre lo que hacía, y me di cuenta de que el control era una parte muy importante del hecho de hacerse adulta y de madurar. Aparte de eso, mi hermana gemela acababa de dejar los estudios, mientras que yo me quedé en el internado. Así que una parte de mi identidad había desaparecido con mi hermana. Y me sentía un poco sola. Y el hecho de cumplir 18 años y de hacerme adulta oficialmente, me hizo pensar que iba a tener que tomar decisiones y, de algún modo, empezar a vivir como una adulta. Así que, aunque tampoco diría que se produjo una decisión consciente de meterme en ese callejón sin salida, como acabó pasando, está claro que tomé una decisión sobre la comida, sobre cuánto iba a comer, sobre el hecho de tener mucho más control y descartar ciertos alimentos que comía antes, pero que ahora me parecían demasiado infantiles. Vamos, que tenía que madurar. Había visto muchas películas donde salían mujeres que desayunaban solo un café y me dije: "Eso es lo que hacen las mujeres". Luego la cosa fue a peor. Y me vi metida en una espiral cada vez más profunda. Una vez que me había impuesto una regla, ya no la podía romper, y era muy duro porque era consciente de lo que estaba haciendo. Eso es lo más triste, que sabía que no me estaba facilitando la vida para nada, si no que me la estaba complicando cada vez más, pero no lo podía evitar, era muy duro. -En mi opinión, es un síntoma que se impone de una forma más inconsciente que consciente. Al fin y al cabo, la alimentación es una sustancia emocional. Para empezar, es un elemento esencial de la relación entre la madre y el hijo. Es la primera experiencia que tiene el niño del mundo, la expresión de una necesidad. Y, por lo tanto, hay que tener en cuenta esa dimensión emocional que subyace a todo trastorno alimentario. Hay que comprender que, lo que está demandando la paciente, aunque no lo haga expresamente, no es una necesidad alimentaria, sino una necesidad afectiva. Y hay que satisfacerla. Es decir, que esta chica, debido a su estado de delgadez, debido a la inquietud que despierta porque su vida corre peligro, va a solicitar la atención de sus padres de forma regresiva, como lo haría una niña pequeña. Y eso es lo que les está pidiendo, que pueda producirse un intercambio entre ellos, compensar las interacciones fallidas que se produjeron anteriormente. -Mi madre me solía decir: "Sé que me odias por haberte dado a luz". Me odiaba a mí misma, pero también odiaba al mundo. Por algún motivo no terminaba de entenderlo. Creo que tenía la impresión de que el mundo era un lugar muy hostil cuando te haces mayor. Creo que sentía mucha rabia y un montón de emociones que no era capaz de expresar. Creo que, quizá, lo que me daba rabia era mi propia humanidad. -Es un poco como si a esa edad, a los dos años, esos niños que, tal vez, eran demasiado sensibles, demasiado inteligentes, y se hacían demasiadas preguntas, se hubieran acabado cuestionando la esencia de lo humano, de la inquietud humana. Y, probablemente, no estuvieran equipados para contestar a esas preguntas. Y no se sintieran lo bastante seguros. Les faltaba un pequeño tesoro interior, un pequeño capital interior, lo bastante libre y sólido como para superar esos retos sin derrumbarse. Así que les cuesta un poco desentenderse de esa etapa, como si todo el hecho de crecer fuese demasiado difícil. La separación e individuación, el hecho de asumir las sensaciones sexuales, el asumir la separación y la relación con el otro, etc. En la alianza que se busca con estas chicas, lo novedoso es la importancia que se le da ahora a las mediaciones corporales y artísticas. Ya estén ingresadas o acudan a hospitales de día, participan en talleres de danza, de dibujo, de escultura, así como en sesiones de masajes o de cuidados estéticos. La idea es que su cuerpo se permita vivir por fin y que las chicas puedan sentir y expresar de nuevo emociones que habían olvidado. He puesto en rojo lo que no gustaba y esa especie de pinchos porque esas partes... Me da miedo coger peso en esas partes. Y no me gustan. -¿Y esas partes cuáles son?-Son las caderas, los muslos y el vientre. Pero en mi cabeza me he imaginado unos zigzags porque hay elementos de mi pasado sobre los que quiero trabajar, porque me duelen y no se van. Y siguen estando presentes, a pesar de todo, y me hace sufrir. Y el punto de interrogación lo he puesto porque todavía estoy en terapia, y estoy intentando progresar, así que, inevitablemente, me hago preguntas. (Música) La anorexia se apodera de ti, lo invade absolutamente todo, es casi como verse sumergida, como sumergirse en algo que te arrebata todo lo que tienes, no deja nada intacto y, en cierta medida, a mí hasta me privó de mi trabajo, de mi arte, me lo secuestró, así que sentí que tenía que usar mi obra para expresarlo. Y creo que no me quedaba más remedio. No tenía nada más que decir porque la anorexia te sumerge por completo, te lo roba todo. Te roba a tus amigos, tus relaciones, la salud... Te lo roba todo. La anorexia es increíblemente voraz. Pero me llevó mucho tiempo dar me cuenta de lo abusona que es la anorexia y de que yo lo podía ilustrar con mis dibujos. Podía ver por mi misma esa voz, que es como tener a una criatura que vive dentro de tu cabeza. Y, por mucho que los demás te hablen y te intenten convencer y persuadir de que hagas lo que tengas que hacer para ponerte bien, en realidad, la voz más alta y más fuerte, la voz cantante, es la que tienes tú dentro, en tu fuero interno, que te grita y te engatusa y te miente para impedirte, a ti o a cualquiera que padezca anorexia, prestar atención a lo que te están diciendo. Por eso digo que es una abusona. -La hospitalización es una solución dolorosa. Y es lo que les decimos a las pacientes. Ellas ya lo saben. De hecho, siempre tratamos de formular bien ese contrato desde un principio porque, a menudo, las pacientes llegan diciendo: "Ya no puedo más. En mi entorno todos me dicen que no estoy bien, así que me tienen que hospitalizar". Eso no quiere decir para nada que ellas se den cuenta de que ya está, de que tienen que cuidarse. De hecho, no es posible. Precisamente, porque en eso consiste su patología, porque así es como funcionan. Así que es difícil, es una patología grave, por lo que el propio tratamiento ha de ser drástico. Y es por un buen motivo, porque es la única forma de progresar, y para ello hay que vencer sus resistencias. -Vamos a sacar otra por si acaso. Sonríe otra vez. Tampoco es plan de poner mala cara en una foto. Ya está, ya te puedes mirar en el espejo. -Cuidado. -Eso es, mírate. Procura visualizar bien el contorno de tu cuerpo. -Se me hace raro asociar este cuerpo con mi yo, la verdad. -¿Y así se te hace aceptable? -Es que en mi cabeza sigo teniendo el cuerpo de una niña. -Lo tienes en la cabeza, ¿pero de verdad es el cuerpo que deseas tener? -Creo que es un poco ambivalente, la verdad. Lo quiero y a la vez no. Este cuerpo no deja de ser más bonito, es más normal. Es un cuerpo que también permite... -¿Vivir, tal vez? -Sí. Y que también permite dar vida, tener relaciones sexuales... Vamos, que permite todas esas cosas. Todo lo que no permite el otro cuerpo. (SOLLOZA) Y creo... Que es difícil llegar a aceptar todo lo que tengo que aceptar antes de conseguir aceptar este cuerpo. Y me da miedo. Y por eso es tan duro. Porque... Por un lado, es lo que más quiero en el mundo, pero por otro lado, me da tanto miedo... Pero, al mismo tiempo, es el lado que me apetece explorar ahora porque el otro lo tengo bastante visto. -Era mi autodominio, mi autocontrol, era mi cuerpo marginal, mi delgadez. Y la necesitaba, Necesitaba sentir, tocar mis huesos. Era como mis puntos de referencia. Así, si me decían que tenía que ganar peso, lo hacía. Pero, en cuanto me daban el alta, lo volvía a perder todo. Y ese ciclo duró 12 años. No pensaba que podría vivir sin la enfermedad. La enfermedad era la anoréxica y la anorexia. Se acababan fusionando tanto, que tienes la impresión de que ya no puedes vivir sin ella. Dominas cosas que la mayoría de la gente no consigue dominar. Te das cuenta y eso era... Cuando veía comer a los otros era un subidón. "¡Has accedido! Yo lo tengo todo bajo control. Mi estómago me obedece, está vacío todo el rato". (Música)Hice un viaje a Italia con mi padre para... Bueno, me habían dado el alta en el hospital. Y su amiga vino con nosotros. Y fuimos a un restaurante, una pasada de restaurante con vistas a un lago. Era magnífico. Y yo casi me sentía con fuerzas para comer normalmente. Pedí un entrante y un plato principal. Y luego me dije: "¡Venga! ¿Por qué no? Voy a pedir un postre". Y al volver al hotel esa noche me arrepentí. Me arrepentí... Y no soporté la culpa. Sí, lo recuerdo. Entonces, intenté vomitar y funcionó. Y así fue como empezó todo. Había encontrado el truco. Porque, aparte de la anorexia, está el fenómeno de la bulimia. Hay tantas privaciones en la anorexia, que descubres la forma de llenarte, de ingerir cantidades enormes, en una opulencia total. Es casi como ensuciarte para volver a estar limpia después, sin que tenga un efecto sobre tu cuerpo. Bueno, es una forma de hablar, porque, en realidad, la bulimia te destruye bien por dentro. -Detrás de toda anoréxica, se suele decir, es un clásico que hay una pulsión de bulimia reprimida. Pero yo diría que no en todos los casos. Detrás de un buen número de casases cierto que hay una fantasía de bulimia reprimida, presenté de forma latente. Pero ese no es el quid de la cuestión. Yo diría que no es más que una complicación, que se añade una desregulación de la capacidad de autocontrol y de inhibición, a través de una impulsividad, una avidez, como diría un psicoanalista. Un conductista o un neurocientífico diría que tiene que ver con el mecanismo de recompensa, con una disfunción suplementaria de la impulsividad. -Hay una tercera parte de las pacientes con anorexia que se curan por completo. A menudo se trata de casos no demasiado precoces que se presentan en torno a los 17 o 18 años, por lo que, en general, son formas poco severas. Son casos que existen, por suerte. Luego, hay otra tercera parte en la que vemos una franca mejoría, aunque subsisten unos síntomas residuales que no dejan de ser un tanto molestos. Cada caso tiene sus peculiaridades, pero hay pacientes con las que tenemos muchos problemas. (Música)Cada sociedad produce un sufrimiento mental que se corresponde con ella, que es coherente con ella y de algún modo misterioso es un producto de ella. Y vale la pena escuchar a los chicos que sufren, incluso a los adultos que sufren, porque nos dicen cosas importantes sobre esas contradicciones sociales. No es casual que, hoy por hoy, haya menos psicosis declaradas. Y muchos más de los llamados trastornos límite de la personalidad. Es como si ahora fuese posible, como si fuese posible expresar el propio dolor, el propio sufrimiento, acercándose al límite, pero sin traspasarlo, sin entrar en la psicosis, sino quedándose más acá del límite y obteniendo así los mismos resultados en el fondo. Así que creo que hasta las anoréxicas desempeñan esta función. Nos están diciendo algo sobre las contradicciones sociales en las que vivimos. -¿Qué es lo que nos cuentan las familias? Pues que, cuando la adolescente vuelve a casa para pasar el fin de semana, están completamente desvalidos, no saben qué darles, qué hacer. Las madres están completamente aterrorizadas. No saben qué cantidad de comida dar, les da miedo equivocarse. Y la adolescente sigue absorta en sus preocupaciones, cuánto aceite hay y tal. Porque la grasa les resulta insoportable. Es algo que, a la vez, les da asco. Esa es la primera faceta. Pero también es peligroso. Como si fuera a dañar su organismo por dentro. Y eso es terrible. Ver a esas chicas que tienen delante un plato y son incapaces de probar ni un bocado. Y a menudo, vemos una agresividad que gana a los padres. Y ellos también tienen que aprender a lidiar con esa agresividad que sienten. Es insoportable sentir agresividad u odio hacia tu propio hijo, el decirte: "¿Pero por qué me hace esto? Me está tocando las narices, no lo soporto, le pegaría". Puede pasar eso, pero que, a la vez, estén pensando: "Me da miedo que se muera". (Música)Ahora lo podemos hablar entre las tres, pero esto que me estás diciendo es un poco paradójico porque el peso de Josephine se está estabilizando, ¿verdad?-Sí, sí, pero seguimos teniendo problemas en cuanto a la nutrición. No conseguimos desalojar esas costumbres que están ancladas en ella. A pesar de todos los consejos que le da la nutricionista, no estamos progresando. Nunca, no merienda. Y por la mañana, cuando le pregunto si ha desayunado, no me contesta. -Ya. -Hay un bloqueo. No sale de sus platos precocinados, de su pollo y de su pasta sin mantequilla. No quiere hacer ese esfuerzo extra. -Tienes que dejar que avance poco a poco. Ya ha salido del trance más difícil. -Eso espero. -Bueno, al menos, de momento. -Sí, está mejor. -De unos meses a esta parte, se ha estabilizado. -Sí. -Así que... Ya iremos viendo juntas. Dale tiempo al tiempo, ¿vale? Y tú, Josephine, ¿qué piensas de lo que está diciendo tu madre?-Supongo que tiene razón. Que debería esforzarme un poco más. -Ya, o sea que, para ti, ¿supone un esfuerzo?-Sí, eso es. -Ya... Con Josephine hemos hablado mucho del deseo. -Sí. Otra cosa en la que también ha progresado es que, aunque muy poco a poco, está volviendo a hacer un poco de vida social. -Sí, es lo que me ha dicho. -Va progresando poco a poco, a su ritmo, pero sí que siento que... Aunque no me habla mucho de ello, siento que le resulta un poco más fácil hablar con los demás y, quieras que no, eso me hace ilusión. (Música)Me acuerdo de un momento en plena terapia familiar en el que estábamos hablando con mis padres. Y yo comprendí una cosa que no sabía, el hecho de que mis padres, efectivamente, también son muy exigentes consigo mismos. Y creo que yo, ingenua de mí, me había convencido de que mis padres eran unas personas perfectas. Estaba plenamente convencida de ello. Y por eso, como me había puesto el listón demasiado alto para mi edad, era evidente que nunca estaría a su altura. Y ese día ellos, a modo de confidencia, me dijeron que no, que ellos no eran perfectos. Y para mí eso fue un descubrimiento. Era como si me estuvieran autorizando a dejar de intentar ser tan perfecta. -Nosotros estamos aquí para favorecer el trabajo de introspección, siempre y cuando sea posible. Cuando nos topamos con algo demasiado doloroso o complicado, no precipitamos las cosas. Nos detenemos en un punto determinado. El paciente tiene que admitir que, como le pasa a todo el mundo, en la relación con sus padres ha habido un intercambio sano, hasta cierto punto, y luego se ha producido un encontronazo. ¿En qué familia no hay carencias por algo que no ha sido intercambiado con el padre y la madre porque se ha producido un encontronazo con ellos? Es importante asumirlo. De lo contrario, pasará de generación en generación. (Música) Cada vez tendemos a hablar menos de curación, ya que eso implica enfermedad. Por otro lado, claro que yo lo sigo diciendo con mis pacientes y con las familias, en particular, cuando se hace necesaria la hospitalización, y más aún cuando la paciente corre peligro. Pero, en vez de enfermedad ,preferimos hablar de trastorno movilizable, de trastorno del funcionamiento. Y en vez de curación, hablamos de abandono del ideal anoréxico, de flexibilización del funcionamiento o de relajación del funcionamiento. La idea es abandonar ese ideal y pasar a otra cosa, y también contar con un ser que, en el fondo, tiene todo el potencial. -Fue con esa chica, con esa psicóloga rusa, con la que tuve la revelación. Era una tontería, pero que me alivió mucho. Me hizo entender que mi madre había estado enferma durante 10 u 11 años. Así que había estado enferma desde que yo tenía un año y se murió cuando yo tenía 11 años. O sea, que estuvo 10 años enferma. Y esta mujer me dijo: "Pero... Tú te sientes culpable por lo de tu madre. Te echas en cara lo de tu madre y te castigas por eso. Vale, pero ella estuvo enferma 10 años y tú ya está bien. Tú ya llevas enferma más de 10 años. Vas para 12, basta ya, para". Y en ese momento me dije: "Es verdad, no he podido salvar a mi madre, pero he estado enferma más años que ella. Me he castigado, pero ahora tengo derecho a vivir para mí y para ella". Y fue un alivio, una auténtica liberación, porque sentí que ahora era posible salir de esta. (Música)La anorexia conserva aún hoy su lado enigmático. Es un testimonio de la imposibilidad de separar el cuerpo de la mente. Poco a poco, los cuidados progresan, a medio camino entre lo somático y lo psíquico. Al cabo de un largo trabajo terapéuticoo de un encuentro fortuito, tarde o temprano vendrá, para las que lo consigan, el momento de plantearse por fin esta pregunta sin correr el peligro de una recaída. ¿Quién soy yo sin la anorexia? A veces sueño que me cortan cachos. Literalmente, con una herramienta. Ya me gustaría a mí poder cortarme lonchas. Cachos de muslo, cachos de nalga... Las cosas que me sobresalen, vamos. No, no les veo ningún interés a esos cachos. La verdad es que mi ideal es un cuerpo sumamente delgado. De hecho, con mi marido a menudo tengo piques porque yo le digo:"¡Ahí va! ¿Has visto qué cuerpo tiene esa chica?" Y él me dice: "Pero si está flaquísima, es un espanto". Así que me hace gracia, y me hace ilusión. Porque a él no parecen desagradarle mis partes que sobresalen, así que... Pero bueno, me ayuda. Su mirada me ayuda mucho a aceptarme tal y como soy. -Creo que en la recuperación es muy difícil poder decir" Estás curada o no estás curada". Pasa un poco lo mismo que dice la gente sobre el alcoholismo, que es algo con lo que tienes que aprender a convivir. Has dejado de beber, pero sigues conviviendo con ello. Y en mi caso, vivo muy bien, tengo dos hijas preciosas, estoy casada, me va bien. Físicamente estoy bien, pero creo que sigue habiendo un par de capas psíquicas de las que aún no me he desprendido porque forman parte de mi identidad. No sé si es porque me siento mejor sabiendo que soy lo bastante fuerte como para conservar esas capas. Pero la palabra recuperación es muy relativa porque a veces estás genial y otras no estás tan bien, pero tengo que reconocer que, por muy mal que me encuentre, nunca volveré a recaer en esas capas de mi personalidad porque ahora tengo demasiado que perder. Y no estoy hablando de peso. El peso no tiene nada que ver con la recuperación. No creo que la recuperación tenga que ver con tener un peso u otro. A lo mejor, sí te da la posibilidad de , hasta que no tienes un peso determinado, no estás lista mentalmente, pero el aprender a disfrutar de la vida y tomar otras decisiones, es algo que depende de la persona y su estado mental más que de un estado físico.
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