Dedicado a todos aquellos que en mi vida me han apoyado de alguna manera. Gracias a ustedes soy como soy, y seguiré siendo.

“Deja de quejarte de que todo es cosa del destino… a diferencia mía tú no eres un perdedor…”
Uzumaki Naruto.

“¿Mi Fuerza? Proviene de mis amigos… al tenerlos cerca, es cuando realmente me hago fuerte…”
Natsu Dragneel.

“Pelear por pelear no tiene sentido… Vivir por vivir, no tiene sentido… Quiero ganar… yo… ¡Quiero ganar!”
Ichigo Kurosaki.

“Una Aventura en la que se conoce el final, no es una aventura que yo quiera vivir… ¡El hecho de saber que siempre avanzamos hacia lo desconocido es lo que hace la vida sea divertida!”
Monkey D. Luffy.

El Dragón Azul:

Prologo: Un Deseo, una Espada y un poder.
La vida no es justa para todos. Eso lo he comprendido a mis cortos 14 años.
Mientras camino por la calle, veo a la gente haciendo sus rutinas, la mujer siempre va de compras a las 5 de la tarde está saliendo de la tienda, el que la atiende se despide de ella con una sonrisa y un “gracias” sincero, al otro lado un viejo de unos 75 años está sentado leyendo un periódico pese a que en estos días el internet tiene más información que el papel, también en un parque cercano unos niños que siempre están jugando futbol se divierten mientras son observados por un grupo de niñas que los animan a darlo todo.

Usualmente no me detengo a pensar mucho en ello, pero hoy en particular es un día muy particular en mi vida, y el ver todas esas escenas diversas de gente que veo todos los días mientras me dirijo a mi lugar de entrenamiento, llenan mi mente de melancolía.
Ver a los niños jugar me recuerda a cuando él estaba aquí apoyándome, ver al anciano sentado me recuerda a cuando él estaba sentado leyendo de una forma similar el periódico en mi casa, y el ver a la señora salir de la tienda me recuerda a los tiempos en que salíamos juntos a comprar.

Mi mente se nubla por un momento, ya que esos recuerdos llenan mis sentidos, y tengo la sensación de que una lagrima quiere salir, pero me aguanto y continuo mi camino hacia mi zona de entrenamiento.
Tras un largo rato caminando llego al lugar, es una pequeña zona del parque, es poco frecuentada ya que está llena de árboles, solamente me ha tocado ver a parejas de novios venir hacia esta zona ya que permite esconder todo muy bien, lo cual es ideal para mí también.
De mi espalda descuelgo una Shinai, sí, yo practico Kenjutsu, es una herencia que me dejo el…
Tras estar un rato concentrado y un calentamiento breve, comienzo a hacer mis ejercicios, lanzando golpes con mi Shinai, uno tras otros, golpes descendentes mientras doy un paso hacia adelante, para ayudarme a mejorar mi equilibrio, trato de no perder la compostura mientras es silencio sigo practicando ese mismo movimiento, tras un rato cambio mi postura y comienza a realizar ataques en forma horizontal, para fortalecer mis brazos, como regla básica no debo bajarlos de la misma altura, el hacer eso significa que carezco de las habilidades para manejar una espada de manera de correcta.
Mientras más agito mi espada, a mi vuelven recuerdos de cuando tenía 6 años, cuando lo vi luchar por primera vez en un torneo de Kendo… era increíble, sus reflejos, ahora que lo pienso, eran inhumanos, siempre sabia a donde golpearían sus oponentes con sus katanas, y él tomaba la acción correcta para contraatacar y ganar todos sus combates, era increíble.
Pero hace exactamente 8 años… el dejo de existir en este mundo.


-“Papa”- dice un niños de ocho años, con unos ojos de color café bajo, casi parecen de un color amarillo, también tiene el cabello castaño y es algo delgado, su enorme sonrisa era arruinada levemente por un diente que hacía falta.
-Ah, Seiryu, ¿Qué paso?- contesta el padre del niño, alto de 1.85 de altura, tiene el cabello corto al estilo militar, es musculoso y tiene unos ojos como los de su hijo, esta afeitado y su tés es un poco más café que la de su hijo el cual es un poco más pálido, producto de los genes de su madre.

-¡Mira! ¡Se me cayó un diente!- el niño extiende una de sus manos y le enseña al papa el diente que acaba de caérsele.
-Eh, eso significa que estas madurando…- dice el padre con una gran sonrisa en el rostro mientras se reclina y toma el diente de su hijo.
-¿Enserio? ¿Estoy creciendo rápido?- dice el niño con una sonrisa enorme.
-Claro que sí, ¡Mucho más rápido que yo! Mi primer diente lo perdí cuando tenía 7 años.-
-Aww… papa, solo es un años más rápido que tu-
El señor sonríe de nuevo y le contesta a su hijo.
-Pero… un año es  un año- el señor pone el diente en un peinador que esta frente a su cama y toma su cartera y tras abrirla toma un billete de 1000 yenes y se lo da a su hijo.
-Ten, gracias por darme el diente-
El niño sonríe, ya conoce lo que es el valor del “dinero” y conoce el billete, sabe que con eso podría comprar muchas golosinas el día de mañana que vaya junto con su papa al parque de diversiones.
-A qué bien- dice el niño con una enorme sonrisa y mientras se aleja con el billete voltea a ver a su padre
-¡Muchas gracias!-
El padre al ver eso siente una calidez enorme en su corazón, luego observa como si hijo se desvanece entrando a su habitación.
-Ralph… de nuevo le diste mucho dinero al niño-
El hombre siente escalofríos, mientras ve entrar a su habitación a una mujer con rasgos asiáticos, sus ojos negros y su cabello del mismo color le da un aire muy misterioso, también tiene una enorme sonrisa, mientras camina hacia a Ralph se nota que hay una diferencia de unos 15 centímetros entre la altura de ambos, pero aun así, el hombre sigue nervioso.
-Haru… hola- dice el hombre sonriendo nerviosamente.
-No me vengas con tu “Hola”, vi que le diste 1000 yenes a nuestro hijo, ¿Por qué le diste tanto?-
La mujer mira fijamente a su mirado.
-Bueno esto… es que se le cayó un diente y… en mi país es un símbolo de madurez, mi padre solía darme dinero cuando se me caían los dientes, así que… decidí hacer lo mismo.-
El hombre se rasca la cabeza mientras la mujer suspira y sonriendo le dice a su marido.
-Está bien… solo era una broma, no es para que te pongas nervioso-
El hombre abre enormemente los ojos mientras comienza a sonreír.
-Haru… tú y tus bromas…-
-¿Algún problema con ello?- pregunta la mujer seriamente, haciendo que Ralph se ponga nervioso de nuevo.
-No… ninguno- contesta nerviosamente el señor, mientras ve como su hijo los observa con una enorme sonrisa.
-Hahahaha, papa de nuevo se puso nervioso con mama-
-Seiryu, no digas esas cosas-
Haru sonríe mientras ve la pequeña escena entre sus dos hombres.

Si… esos eran los días, cuando él estaba junto a nosotros, solo eran sonrisas y felicidad, nosotros juntos éramos una familia feliz, hasta que en ese mismo día, un día antes de mi cumpleaños, ocurrió… lo que el destino tenía deparado para nosotros.

-¿Papa puedo ir contigo?- dice el niño mientras ve como su padre toma una espada de madera de la pared, arriba de dicha espada se encuentra una katana guardada en su funda, la empuñadora es de un color rojo con blanco y la vaina es de color azul marino, el niño siempre ha admirado con fascinación esa espada.
-No hijo, hoy no puedes, es un viaje largo, a otro país, es una competencia internacional-.
-Aww… papa, tu siempre me dejas atrás cuando sale- dice el niño haciendo pucheros, el señor sonríe mientras deja la espada de madera en la cama.
-Hijo… tengo algo para ti.-
Ralph se acerca y toma de un joyero lo que parece ser un colgante.
“Aaaaa… ¡Qué bonito!”
El colgante de plata tiene lo que parece ser un ángel hecho del mismo metal, el hombre se reclina frente a su hijo y se lo pone en el pecho para regocijo del niño, tras ello el señor suspira y le hace a Seiryu una pregunta.
-Seiryu, tu mama me dijo que te has portado mal durante el último viaje que hice, ¿Eso es verdad?-
El niño guarda silencio y asiente con la cabeza, el hombre suspira mientras le da un golpe leve en la cabeza su hijo.
-¡Eso duele!- dice el niño mientras se soba la cabeza, Haru, observa la escena desde la puerta y escucha a Ralph decirle a su hijo.
-“Ese colgante que tienes allí, me lo dio mi padre hace muchos años, siempre ha sido mi amuleto de la suerte, y cuando ha sido necesario siempre me ha protegido de…
-¡Ralph!- dice la mujer el marido voltea a verla y guarda silencio.
-¿De qué te ha protegido Papa?-
El señor suspira y contesta.
-De la mala suerte hijo, de eso me ha protegido, quiero que me lo cuides mientras salgo de viaje, es un préstamo que te doy ya que es algo muy valioso para mí, tenlo siempre contigo hasta el día que regrese, ¿Entendido?-
El niño asiente y con una enorme sonrisa contesta.
-¡Es una promesa entre hombres!-
El señor mira a su hijo extrañado mientras le dice.
-Es lo que dice uno de mis personajes favoritos en la televisión…-
Ralph sonríe y su esposa también el ver la inocencia del niño.
-Y sé que como hombre no me defraudaras, siempre tenlo contigo…”-
El niño asiente de nuevo mientras el papa añade.
-Cuando regrese festejaremos tu cumpleaños, discúlpame que no esté aquí en un día tan importante…-
-¡No te preocupes papa! Soy niño todavía pero mi mama me explico porque no vas a estar aquí, ¿Vas a ganar como siempre verdad papa?-
Ralph asiente y coloca su puño delante a su hijo.
-Es una promesa, yo voy a ganar-
El niño choca su puño contra el de su padre y ambos sonríen.
-Ralph, querido, tienes que salir ya, ya casi es hora- dice Haru mientras se acerca a su marido.
-Entiendo querida…-
El hombre se pone de pie y toma su espada de madera y una maleta con ropa como para una semana de viaje.
-Voy a hacer lo mejor por representar a este país que me ha tomado en sus brazos, pese a que soy americano… voy a darlo todo por ustedes-
El hombre sonríe a su esposa y le da un beso, el niño los observa intrigado, siempre ha querido saber porque los adultos hacen eso, pero lo único que le dicen es “Es porque se quieren mucho” pero más allá de ello quisiera saber más.
Los tres caminan en silencio.
Y al llegar a la puerta, Haru tiene una extraña sensación en el cuerpo, como si algo no estuviera bien.
-Querido…-
Ralph toma el pomo de la puerta para abrirla y voltea a ver a su esposa.
-¿Dime querida?-
-¿Ten mucho cuidado si?-
Ralph observa como la mujer se toma el pecho, como si se estuviera confortando a ella misma, el voltea y tocando su frente contra la de ella le dice.
-No te preocupes, seguro esas sensaciones no son nada, tu espera aquí, volverá sin duda alguna… ¿Si?-
-Pero querido...-
-Tranquila todo estará bien, puedes confiar en mí.-
Esa extraña conversación hace que el niño se les quede viendo fijamente, y quedaría grabada para siempre en su memoria.
-¿Qué sucede papa? ¿Por qué mama esta tan nerviosa?-
El hombre toca la cabeza de su hijo.
-No te preocupes Seiryu, no es nada, ¿Verdad Haru?-
Ralph mira a su esposa y ella comprende la mirada.
-Así es hijo, no pasa nada-
El chico solo asiente y ve como su padre deja de tocar su frente con la de su madre, le da un beso más y voltea para abrir la puerta.
-“volverá en una semana… como el campeón”-
El niño le sonríe a su padre mientras lo ve salir y dirigirse hacia su auto un camaro rojo del 2005, la mujer sonríe nerviosamente mientras ambos le dan el adiós, tras subirse al auto, lo enciende y toma camino… para no volver jamás.
-Ese mismo día mí padre tuvo un accidente camino al aeropuerto, no pudo sobrevivir… y por ende no pudo cumplir su promesa del volver a nosotros.-
El joven da un golpe con más fuerza de la normal con su shinai y pierde el equilibro cayendo al suelo de rodillas, una lagrima cae de  sus ojos mientras observa el colgante que le dio su padre antes de irse.
-Quizás… no debí venir a entrar hoy-
Dice el joven mientras se pone de pie y se limpia las lágrimas, decide tomar su shinai y dejar el entrenamiento para volver con su madre, la cual debe estar por llegar a casa.
Al momento de levantar su shinai, tiene una extraña sensación y voltea en todas direcciones.
-¿Qué fue eso?-
El chico suspira levemente y añade.
-Es como si alguien me hubiera estado observando…- mira fijamente hacia la negrura de los árboles que le rodean, el sol se está poniendo y eso le da al lugar una sensación de miedo inusual al joven, pero tras un momento decide que no es nada y comienza a caminar de regreso a casa.
-como dije… creo que no debí venir a entrenar hoy-
El chico suspira y se aleja de su zona de entrenamiento, al mismo tiempo un hombre en la negrura de los arboles prende un cigarrillo, y tras dar una probada al mismo dice.
-Vaya… tiene una gran percepción… como su padre la tenía… y como su madre aún posee, vale más que tenga cuidado al seguirlo.-
El hombre sonríe maliciosamente y comienza a caminar tras Seiryu.
Y con esto, el “Destino” del joven Seiryu se pone en marcha… un destino que comenzó a moverse 8 años atrás.
Fin del Prólogo.