Sentía que estaba renaciendo, así comencé a notar un horizonte muy familiar. Veía a dos grandes figuras oscuras que desprendían un oscuridad de sus cuerpos. Dichos entes parecían neutrales, pero sentía cierta desconfianza contra ellos. Me acerqué a uno, y éste se alejó bestialmente de mí.

- Sopa do macaco. -comentó un ente oscuro, quien mostraba muchísima agresividad. Luego su compañero complementó con un: "Uma delicia".

Posteriormente los dos oscuros comenzaron a moverse a velocidades imperceptibles por mis ojos. Me sentía inferior, pero también sentía que había perdido mi personalidad. Desenvainé mi espada y corrí hacia ellos, quienes comenzaron a atacar frenéticamente con sus oscuras garras que desprendían sangre ácida, la cual era capaz de corromper el suelo. Ellos estaban en completa ventaja, pero en unos segundos sentí la necesidad de lanzar mi espada hacia el cielo. Algo me susurraba a mi corazón, repetidamente, lanzar mi espada hacia el cielo con toda mi fuerza.

Tres, dos, uno... lancé mi gran espada de plata hacia el cielo a una velocidad increíble. Mis dos contrincantes en aquel momento se distrajeron por un momento, en lo cual aproveché a activar mi poder espiritual de Luz, el cual cegó la visión de los dos. Un gran chillido salió de sus bocas, y al instante me moví hacia ellos lentamente, pero con un gran ataque con mi puño derecho. Sin embargo, antes de mover mi brazo derecho, sentí un gran dolor en mi garganta, y cuando volví a abrir los ojos: una gran lanza de luz atravesó mi garganta. Comencé a sentir un líquido que rozaba por mi cuello, y dejé de ver la luz en aquel momento.

"Aquí no acabará". lo pensé. No me quería rendir tan fácilmente. Y cuando mi fuerza de voluntad se incrementó hasta lo más eterno del mundo; volví a ver la luz. Veía tres entidades oscuras, las cuales tenían unas grandes lanzas de oscuridad que chorreaban sangre -que no era ácida-.

Mi mente intenta procesar la situación. Aquellos eran mis enemigos, pero sentía que había un cuerpo sobrante en el campo de batalla. Fue mala idea pensar en ello, porque cuando lo hice, uno de los entes oscuros se dirigió despiadadamente hacia mí. Con su gran lanza comenzó a hacer ataques diestros y siniestros. Esquivé todos, y luego empuñé mi mano derecha, moví rápidamente mi brazo izquierdo en forma de bloqueo para detener el próximo ataque con la lanza y... dicha lanza se quebró en millones de pedazos. El oscuro mostró una posición de impotencia y miedo, pero sin piedad, lo golpeé fuertemente en el centro de su cuerpo y salió volando hacia sus espaldas. Luego una gran espada de luz descendió rápidamente de los cielos y lo remató con un gran impacto en su destruido cuerpo, que fue clavado en el suelo.

Puse una mirada perversa hacia los otros entes, quienes siempre siempre se mantuvieron firmes y serenos, a pesar de que un aliado estaba siendo asesinado. No lograba entenderlos del todo.

- ¡Sopa do faku um porkeria! -exclamaron los dos oscuros sincronizadamente. Luego se acercaron a mí sin que lo notara, estaban a un centímetro de mi cuerpo. Se acercaron más y desparecieron. Sentí que había recuperado algo.

El algo. Todos mis recuerdos habían vuelto a la normalidad. Yo era Quásar, el Inquisidor desterrado. El guerrero más fuerte jamás conocido, con la capacidad de controlar el poder de la luz y de la oscuridad. Ni las 12 horas de oscuridad podrían perturbar mi tranquilidad.