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- Más miseria humana...
- -Decime que me vas a amar para siempre. -Le dijo el tipo a la mina antes de volver a vomitar apoyando la mano en el capó de un Renault 12 a la salida de un bar.
- La mina no lo conocía, era la primera vez que lo veía, y llamó a alguien para que lo ayudase porque ella se quería ir.
- -Decime que me amás, pelotuda.
- -Estás muy escabio, flaco. ¿Alguien lo puede ayudar?
- El tipo volvió a vomitar, se veía un pedazo de pizza en en el vómito, y le salían lágrimas que le caían por las mejillas.
- -Yo te quiero a vos. Te amo.
- Hasta que apareció uno de los amigos del tipo y se lo llevó a la plaza que estaba frente al bar y lo sentó en un banco. Y cargó una botella con agua de la canilla que los taxistas usan para lavar sus autos.
- -Tomá esto y dejá de hacer escándalos, la puta que te parió. Siempre termino cuidándote a vos.
- -Salí, dejame... Pelotudo. (No hablaba muy bien, realmente, debido a la esbornia que tenía, las erres le salían muy débiles y omitía sílabas; realmente dijo “´lí ´jame 'etudo”).
- -Hablás para la mierda. Querete un poco y callate. Y tomá el agua.
- El tipo había alcanzado ese estado en que la ebriedad pone sumisas a las personas y bebió el agua en silencio... Aunque por un resquicio pequeño se filtraba la cordura y se daba cuenta de que su amigo tenía razón.
- La mina a la que amaba con locura desde hacía cinco minutos y se había ido y le bastaron otros cinco minutos para olvidarla.
- -¿Volvemos al bar? -Preguntó luego de tomar varias bocanadas de aire.
- -No, viejo. Te llevo a tu casa. ¿Ya lanzaste todo?
- -Sí. Ya está.
- -¿Podés caminar?
- -Dame unos minutos y me paro.
- -Sí, tomate tu tiempo.
- El amigo del tipo estaba muy hastiado de todo y, en verdad, no eran tan amigos. Iban a ser tres pero el tercero nunca llegó.
- Finalmente caminaron hacia el auto; el borracho fue cabeceando de sueño durante todo el viaje hasta llegar a su casa.
- Haciendo zetas, caminó a la puerta. Tardó casi un minuto en acertar la llave a la luz de los faroles del auto de su amigo que quería asegurarse de que entrara.
- Sin mediar en burocracias higiénicas se desplomó sobre un sillón en el living de su casa y comenzó a zetear la mona. Despatarrado.
- A la mañana siguiente lo despertó el impacto frío del agua; su hija lo miraba enojada y vestida para ir al colegio.
- No le dijo nada a su hija mitad porque no podía hablar de la resaca que tenía y mitad porque no tenía manera alguna de justificarse. Se tapó la cara con un almohadón y, como no se pudo hacer invisible, decidió afrontar que era patético y miserable. Y una mierda de persona.
- -Te voy a llamar un taxi para que te lleve.
- -No hace falta. Chau.
- La niña salió de la casa y el tipo siguió durmiendo.
- Tuvieron que pasar seis horas para que el tipo se diera cuenta de que su hija se había ido sola al colegio.
- Y tuvieron que pasar dos horas más para que se levantara y se bañara.
- Mientras se bañaba recordó a la chica de la noche anterior y se rió de lo ridículo que había estado. Pero no se rió como quien se ríe de una broma, se rió buscando la propia humillación. Quiso castigarse con la risa.
- Por algo la mujer lo había dejado. Por eso no tenía amigos de verdad. Por eso tenía que emborracharse...
- Se vió desnudo, mojado, arrugado y flácido y se dijo que era una risa andante, un chiste.
- Se puso los calzoncillos y fumó un cigarrillo...
- Su hija no volvió más.
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