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BELLEZA CON CANCER

a guest
Aug 5th, 2016
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  1. BELLEZA CON CÁNCER
  2.  
  3. Nadie que lo haya vivido enunciaría el cáncer como una categoría artística. Ni siquiera entendiendo el cáncer como una creación, de la que ignoramos orígenes precisos, nadie que le haya presentado batalla lo consideraría un arte en cualquiera de sus acepciones (http://dle.rae.es/?id=3q9w3lk).
  4.  
  5. La devastadora, incontrolada y a menudo anárquica proliferación celular que caracteriza a cualquier cáncer lo convierte, para la mayoría de los entendimientos, en un mecanismo de destrucción de la vida, una asfixia de órganos y tejidos por medio de la inundación y la desmesura de células que se comportan como si quisieran borrar cualquier frontera de la identidad biológica de un ser humano. Está todo lo dejos que se pueda estar de lo que percibimos como arte, el cáncer.
  6.  
  7. Y sin embargo nunca he sentido belleza tan absoluta, tan limpia, tan digna como la que aparece en un ser humano tras ser esculpido por el cáncer.
  8.  
  9. Es contraintuitivo pensar en la belleza y el cáncer en el mismo espacio de significados. Incluso los seres humanos diagnosticados de cáncer y quienes les aman podrían sentir ofensa si se les mencionara que, a pesar del cáncer, son bellos… que el cáncer tallará en ellos una determinada belleza.
  10.  
  11. El estado de degradación y el alcance de la devastación que el cáncer produce en el cuerpo humano son inexorables; progresa sin piedad y desarticula todo lo que comúnmente tendemos a considerar como bello. El cáncer es fuente de deformidades, heridas y dolores, mientras que los tratamientos conllevan amputaciones, pérdida de tono muscular, demacración, caídas del cabello y el vello corporal. Las emociones son a menudo corrompidas por el cáncer. La sintomatología del cáncer y las consecuencias de la mayoría de sus tratamientos están en las antípodas de lo que social e individualmente entendemos como belleza. El cáncer es doloroso, destructor y la mayoría social no objetaría en calificarlo de antiestético, opuesto al arte y a la belleza.
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  13. En la mujer el cáncer de mama es además significativamente insidioso, cruel, no sólo en lo anatómico sino especialmente en lo psicológico, en la profunda herida que ocasiona a la identidad femenina tal como es socialmente construida e individualmente interiorizada, por lo común.
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  15. Y sin embargo, convivir con el cáncer deja la experiencia de la belleza limpia que sólo es engendrada por la dignidad. Cuanto más tratamiento por quimioterapia o radioterapia recorre el cuerpo de un enfermo o una enferma de cáncer más deterioro corporal visible es perceptible para quien lo observa desde el exterior, para quien lo contempla en la superficie. No obstante toda superficie es la periferia de un continente, y todo continente el recipiente de aquello que no se deja ver si no lo intimas.
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  17. Las mujeres con cáncer son de una belleza profunda, auténticamente expresiva y por completo desprovista de las imposturas con que las imágenes y los colores de la belleza convencional se representan en la mente habituada al universo de lo normal. Tras el golpe emocional que propina el diagnóstico, después de los primeros tratamientos, en el vaivén de las esperanzas y los miedos, las mujeres con cáncer son habitadas por un sentido de la dignidad que no es intangible ni inmaterial como pudiera parecer por tratarse de una cualidad que algunos considerarían moral, sino que es una dignidad que casi puede tocarse, una pátina quasi-física que envuelve a la personalidad de la mujer. Esa dignidad de la mujer con cáncer es la semilla de un tipo de belleza que probablemente no entenderemos -ni aceptaremos como tal- a la primera, acostumbrados como estamos a la vulgaridad, a la estética de las formas fáciles y agradables que complacen a los sentidos. Por el contrario, percibir una belleza tan esencial nos exige sintonía espiritual, dejar sitio a sentir con el alma trascendiendo nuestro habitual y casi constante embotamiento de los sentidos. Sin embargo, una vez lo logramos, una vez esa belleza digna nos llega, será improbable que volvamos a complacernos con la belleza hueca y superficial con la que hemos sido programados sin percatarnos. De la misma manera que el cáncer voltea sin ambages, trastoca sin contemplaciones, revuelve sin ninguna suavidad nuestra concepción de la vida y nuestros valores existenciales, así la belleza de una mujer con cáncer llama a desterrar de nosotros toda querencia que alberguemos hacia la estética de consumo masivo.
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  19. Cualquiera socializado en nuestra normalidad acordaría que la belleza de un pecho de mujer desaparece al ser amputado… las mujeres en tratamiento así lo sienten en su intimidad, que el cáncer les ha mutilado parte de su femineidad, que tienen que reconstruir su identidad de mujer al mismo tiempo que recomponen una vida en la que el cáncer es un invasor indeseado y cruel. Todos esos sentimientos son auténticos y nobles, veraces y tan incuestionables como las mujeres que los profesan. No es pretensión de estas palabras contradecir esos sentimientos genuinos, pues la única verdad sobre el cáncer de mama es la que expresan las mujeres que lo padecen.
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  21. A quien no le haya sido revelado ese sentimiento, esa percepción de la belleza, le puede resultar hasta doloroso imaginar que una mujer amputada, tumbada con una peluca en uno de esos sillones de quimioterapia o transportada sin pelo en indumentaria de hospital sobre una silla de ruedas para compensar la debilidad que la toxicidad de la terapia le ha ocasionado, pueda ser calificada con la semántica de la belleza. Y es cierto que hay que mirar sin los ojos, escuchar sin los oídos y tocar sin las manos para aprehender un estado de la realidad que para la mayoría de nosotros es extraño, pues hemos sido educados en no besar las heridas, en no abrazar el dolor, en considerar tristes las lágrimas, y en compadecernos cuando no en victimizar al enfermo. Es una evidencia -que sería absoluta si existiera el absoluto- que ninguna mujer con cáncer elegiría la enfermedad, que las mujeres enfermas quieren curarse sobre todas las cosas, que el cáncer remita, que se vaya como llegó con el miedo y la angustia que le acompañan… es el mismo sentimiento que tenemos quienes las amamos…. deseamos su curación por encima de todo y siempre, ellas y nosotros, buscaremos la belleza de la salud, de la vitalidad, de la sonrisa, del placer, del bienestar.
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  23. Nadie quiere sentir que exista belleza en un enfermo, ni siquiera contemplar tal posibilidad, porque nadie quiere llegar a ese estado vital, ni transitar cerca de los confines, nadie quiere tener que aceptar la debilidad y el dolor, ni propios ni mucho menos de alguien amado. Nadie quiere escribir estas palabras pero alguien tiene que escribirlas. Nadie quiere mencionar la belleza en el contexto del cáncer, pero alguien que la haya vivido con la intensidad de una revelación tiene, al menos, que intentar expresarlo en la torpeza o en la riqueza del lenguaje.
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  25. La belleza que está más allá de la belleza es una composición de dignidad, templanza, quieta esperanza, generosidad y entrega, silencio, y amor. En determinados momentos, al final, la belleza de esa mujer es un estado de gracia y de comunión espiritual, como si de repente el alma aflorara a la superficie para el nacimiento de un amanecer que no sigue las reglas en las que estamos socialmente mecanizados. Entonces comprendemos que la estética de mayor pureza es la que supura la belleza de lo incorpóreo, el arte de lo que trasciende los límites para quedarse en las esencias de lo que somos, de lo que fuimos y de lo que seremos.
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