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MIGRACIONES Y EXILIOS EN LA ESPAÑA MODERNA

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Oct 12th, 2020
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  1. MIGRACIONES Y EXILIOS EN LA ESPAÑA MODERNA
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  3. A partir de 1492, España expandió y pobló un Imperio mientras consolidaba un modelo de Estado basado en la ortodoxia religiosa, lo que forzó al exilio a parte de su población.
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  5. El movimiento demográfico en la España de los siglos XVI al XVIII está ligado a tres circunstancias principales que giran en torno a una misma fecha: 1492. La primera es el descubrimiento de un Nuevo Mundo que, por un lado, había que conquistar, gobernar y evangelizar –lo que exigía la presencia de un nutrido funcionariado civil, militar y eclesiástico- y, por otro, proporcionaba oportunidades de riqueza y prestigio a grupos sociales alejados de los circuitos de poder, especialmente a los hidalgos y nobleza secundaria.
  6. En segundo lugar, es el final de la conquista por los Reyes Católicos de los territorios musulmanes en la Península, con la toma de Granada, que implicó la reorganización de la población dentro del territorio peninsular para adecuarse a las nuevas condiciones sociopolíticas y el primer exilio de los granadinos musulmanes.
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  8. El tercer factor es la necesidad de construir un Estado-nación unificado a partir de una alianza coyuntural de reinos y diversidades culturales, religiosas y étnicas, utilizando la intolerancia religiosa como un arma política. Hasta finales del siglo XVIII, se producirían tres expulsiones masivas por motivos político-religiosos: la de los judíos en 1492, la de los moriscos –la más numerosa- en 1609 y la de los jesuitas –más minoritaria- en 1762, acusados de conspirar contra la monarquía. Hubo algunas otras de grupos protestantes, que tendrían un menor impacto relativo. Las expulsiones de judíos y moriscos, y las sospechas que recayeron sobre los conversos, impidieron en gran medida el desarrollo del libre pensamiento, sobre todo en materia religiosa, y lastraron la vida social española de todo el periodo. En 1492 cerca de 80000 judíos huyeron, sobre todo a Portugal, donde serían convertidos por ley en 1497. Unos 300000 moriscos fueron desterrados entre 1491 y 1610. En 1767, 5000 jesuitas fueron expulsados y muchos encarcelados en Córcega.
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  10. La dificultad de obtener datos sobre el movimiento demográfico en esta época y su heterogeneidad hacen que resulte complicado estimar cantidades absolutas, sino tan sólo aproximaciones. A principios del siglo XVI España era un centro de poderosa atracción para la población europea por las mejores condiciones laborales, pero este flujo vendría contrarrestado por la emigración de los españoles a América. La Corona iba reglamentando, según sus intereses, una política migratoria y de asentamientos que regulaba el paso de los migrantes al nuevo continente. En 1503 se creó la Casa de Contratación de Sevilla, cuyos funcionarios auxiliaban al rey en la tarea de expedir licencias de embarque para los individuos, sus familias y criados. En los primeros momentos, existía una política de colonización, favorecida por las necesidades de la propia tarea de conquista –que necesitaba soldados y exploradores- y colonización, propiciándose el viaje a América a los campesinos pobres, de buenas costumbres, preferiblemente con sus familias, a los que se pagaba el pasaje. A medida que avanza el siglo XVI, desciende el volumen demográfico en España por la acción combinada de las malas cosechas, la peste y el destierro de una parte importante de la población, económicamente muy productiva. La falta de brazos invierte la política migratoria del Estado, que no quería poblar América despoblando el territorio peninsular. Este planteamiento permanecería hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando se descentralizó el comercio y el tráfico de personas con la apertura de nuevas líneas marítimas, y se incentivó de nuevo la emigración hacia América para proteger las fronteras del Imperio y poblar las zonas marginales.
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  12. Para obtener el permiso de viaje, se exigió a los candidatos que acreditasen “su naturaleza y condición social”. El territorio americano era concebido como un bien que había que preservar, no sólo desde el punto de vista económico sino también moral. Por ello, se impedía el viaje a extranjeros, judíos, moriscos, gitanos, conversos, hijos y nietos de acusados de herejía y, en general, a todos aquellos que no pudieran acreditar su “limpieza de sangre”, es decir, su descendencia de “cristianos viejos”. Los viajeros debían presentar pruebas obtenidas en el lugar de origen para evitar falsificaciones. El proceso era largo y costoso.
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  14. Aun así la emigración clandestina era igual o superior a la legal. El procedimiento más utilizado por los emigrantes era enrolarse como tripulantes de los barcos, donde además cobraban por adelantado, para luego desertar una vez llegados a su destino. También había un alto porcentaje de polizones que se ocultaban entre los criados, muchas veces con su consentimiento. Si los migrantes tenían alguna fortuna podía comprar licencias falsas a un alto precio o bien embarcarse en las Islas Canarias, donde los barcos hacían escala.
  15. La población que emigraba al Nuevo Mundo era muy heterogénea. Existía un grupo muy numeroso de funcionarios coloniales. Embarcaban con sus criados y personal de servicios, que constituyen casi la mitad de los emigrantes a América. También estaban los “llamados” –conocidos o parientes de personas ya asentadas en el Nuevo Mundo, que son reclamados o invitados, con compromiso de mantenimiento- y una incipiente clase comercial, atraída sobre todo por la riqueza mineral del continente.
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  17. MARÍA GARCÍA ALONSO, UNED
  18. Barrio Gozalo, 2001, “La sociedad en la España Moderna”, Madrid.
  19. Contreras Contreras, J. 1997, “Historiar a los judíos en España: un asunto de ueblo, nación y etnia” en A.
  20. Mestre, P. Fernández y E. Giménez (coords.), “Disidencias y exilios en la España Moderna”, Universidad de
  21. Alicante.
  22. María del Carmen Martínez Martínez, 1993, “La emigración castellana y leonesa al Nuevo Mundo (1517-1700)”,
  23. Valladolid.
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