Era una noche fría y oscura, la luna nunca salía en el pueblo de Garnecy, el viento soplaba tanto a media noche que ni los búhos salían a cazar de noche. Aunque esto sea común en otras ciudades, Garnecy era más aterrador en las noches que cualquier otra parte del planeta. Los columpios del parque se agitaban violentamente y tornados de polvo recorrían las calles.
	La madre de Daniel trabajaba de noche, y su padre siempre salía desde el ocaso al amanecer. Muchos pensaran que a Daniel le angustiaba estar solo de noche, pero en realidad era lo que más le gustaba. Podía ir a cualquier lugar y hacer lo que quiera, sin padres fastidiosos que se lo impidieran. Se cree que Daniel, a pesar de su edad, era la única persona en el pueblo que no le temía a la noche en Garnecy, él veía todo como una aventura.
	Su lugar favorito era el parque; fingía que tenía poderes mágicos y que movía los columpios con ellos, movía los dedos círculos para formar los tornados de polvo, y soplaba levemente para mover las copas de los árboles.
	Una noche Daniel se escabulló fuera de la casa (por la ventana de la cocina; sus padres cerraban las puertas con llave) y caminó hacia el parque, preguntándose qué hará con sus poderes ahora. Llegó al parque, se sentó en la banca frente a los columpios y empezó a agitar sus manos como un director de orquesta. A lo lejos vio que alguien se acercaba, traía algo en la mano e iba directo hacia él.
	Daniel estaba asustado por primera vez en meses, desde que su padre le había dicho que fue un error, y que cada vez que tenía comprarle algo o soportar sus berrinches le daban ganas de ahorcarlo. Ese día Daniel se escondió debajo de su cama toda la noche, aunque su padre no estuviera.
	Agitó la mano hacia la misteriosa persona, a medida que se acercaba se dio cuenta que lo que traía en la mano era un machete. Daniel reconoció el machete, lo había visto bajo la cama de sus padres cuando buscaba su balón. Estaba en shock, y en cuanto se dio cuenta de lo cerca que estaba el hombre del machete salió corriendo al bosque. Aquella sombra lo siguió, seguro alcanzaría a un niño de 9 años fácilmente. Mientras Daniel corría se dio cuenta que las piedras se quitaban de su camino cuando movía las manos.
	Volteó hacia atrás. vio a la figura corriendo hacia él y agitó el brazo. Una rama de un árbol cayó y él se tropezó, Daniel aprovechó y se escondió detrás de una piedra. Respiraba bruscamente pero trataba de no hacer ruido, unos segundos después oyó que la persona se acercaba. Daniel dio un brinco cuando vió la sombra al lado de él, reconoció la cara de su padre y vio un destello de odio en sus ojos, en ese momento una lagrima se resbaló por su mejilla. Agitó un dedo tembloroso apuntando hacia un árbol a unos 5 metros de ahí, una piedra se movió cerca de aquel árbol y su padre se dirigió hacia allá. Daniel corrió mientras su padre estaba volteado, y oyó sus pasos rápidos dirigirse hacia él. Se detuvo y volteó hacia su padre, cuando éste estaba a unos 4 metros de él, Daniel levantó los brazos y su padre salió disparado al aire, su machete salió disparado a unos metros de ahí. De los ojos de Daniel salían ríos de lágrimas. Bajó y subió la mano, y su padre imitó ese movimiento, estrellándose contra el piso y elevándose en el aire de nuevo. Daniel lo levantó unos metros más y lo dejó caer. Las piernas de su padre crujieron y se quedó tirado en el piso. Daniel se dió la vuelta y caminó lentamente en la dirección contraria. Ya estaba a unos 10 metros cuando su padre estiraba la mano para alcanzar su machete, Daniel se detuvo, movió su dedo formando un círculo, y un tornado pequeño se formó cerca de su padre y se movía hacia él.