Acabo de estar con ella. Necesitas apartarte de su vida. Podrías acabar con ella en cualquier momento. La veo muy, pero que muy débil. Sé todo lo que sois, todo lo que os habéis sido juntos, todo el amor que desde el primer día os entregasteis, pero es el momento de que desaparezcas, está enferma y vas a matarla, esta locura va a acabar con su vida. Por favor, házlo por los niños, déjala salir de ese cuarto, déjala vivir, te prometo que la cuidaré como si fuera mi hermana.

Fueron las palabras de María, la dueña de la Pasticceria, su mejor amiga, la que se comportó como su hermana toda su vida. Así que no le resultó difícil conseguir la tutela de los pequeños, ni fingir el parentesco. Será la última vez que hablaré con ella, será la última vez que hable con alguien en esta vida.

París. Aquí fue la última vez que nos subimos en una Noria. Fue y será la primera y última vez que volveremos a subirnos juntos. Aquí nos prometimos que esto sería eterno, y juro que lo fue. Hemos dejado de ser personas y convertirnos en esto, en algo oscuro. Pasamos del deseo y del amor, al dolor y la completa oscuridad, hasta convertirlo en una obsesión corporal, obsesión de oscuro placer, obsesión de dolor, sin ningún límite físico y psíquico. Me dio mucho más de lo que le pedí, le di mucho más de lo que me pidió.
París. Aquí acabé con su vida, aquí, acabaré con la mía.

Antes de hacerlo, me asiento y ausento en un pequeño pueblo del oeste de París que no tiene más de veinte habitantes, vengo porque necesito cerrar el círculo. Mi documento de identidad es italiano y el de mi mujer francés. Conseguimos esta identidad gracias a uno de los hermanos de mi mujer que nos ayudó en la huida tras la explosión. En Francia terminamos de perfeccionar el idioma para pasar desapercibidos el resto de nuestras vidas. Llevo ya dos semanas en este pintoresco pueblo. Es un placer escuchar los grillos por la noche, no hay nada más a mi alrededor. No puedo dar señales de vida, no puedo dar un paso en falso o todo sería descubierto.

Hoy es un día especial. Es 19 de abril. Algo me ha hecho despertarme. Me doy cuenta que es el móvil. No para de vibrar. Me llaman con indentificador de llamada desconocido. Inma no puede ser. Hace tiempo que perdió el habla y la cordura.

#elpianistadetucuerpo