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polectron

Untitled

Nov 22nd, 2016
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  1. Las reglas del Inquisidor
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  3.  
  4. Diría que todo el mundo conocía al Inquisidor K. Lein, pero la mayoría no sabía ver las cosas que quedaban ocultas ante sus ojos.
  5. Pete apretó el puño.
  6.  
  7. —¡Esto es una injusticia!
  8.  
  9. Nadie se lo negábamos. El chico de pelo morado se paseó por la habitación, mando del televisor en mano. Kirkus Lein estaba siendo entrevistado en la pantalla, soltando una parafernalia sobre cómo todas las doctrinas debían acatar las mismas reglas. Su túnica verde ocultaba sus manos, escondidas en los bolsillos inferiores de la tela, en un gesto muy familiar con sus principios. Si nadie lo ve, a nadie le importa. Y el Inquisidor era un experto en que nadie lo viese. Desde su posición de poder, había manipulado, había desterrado las influencias que no lo apoyaban a él, había desbancado todo aquello que no le convenía desde su supuesta posición de neutralidad. Los pequeños actos de bondad que rara vez exhibía quedaban anulados por sus atroces errores del pasado, los que estaba cometiendo en el presente y los que seguro que iba a cometer en un futuro no muy lejano.
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  11. —Tómatelo con calma, Pete.
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  13. El chico se volvió de golpe.
  14.  
  15. —¡Pero nos ha bloqueado el acceso al Tablón, Paciencia! ¡Nos ha invisibilizado!
  16. —Porque sabe que somos mejores —dijo ella, desde el fondo de la sala—. No dejamos de captar adeptos y por mucho que trate de evitarlo, no dejaremos de insistir. Sabe que debe tener miedo. No deja de ser el representante del Romakianismo.
  17.  
  18. Suspiré. Que el Esencialismo estaba dejado de lado en aquella comunidad era algo que a nadie le venía nuevo. Cualquiera podía ir a la plaza principal y anunciar sus doctrinas en el Gran Tablón, la fuente de tráfico principal para las diferentes corrientes, donde sus anuncios podían ser vistos por cualquiera, y si tenías la suerte de interesar a una persona, tenías todo el derecho del mundo a convencerla de unirse a tus filas. El Esencialismo había sido durante mucho tiempo una doctrina menor, como el Unitysmo o algún loco que había abrazado el Nadesismo, pero los tiempos estaban cambiando.
  19.  
  20. —Tenemos la ley de nuestra parte —argumentó Pete—. Podemos hacer frente a Lein. Las propias reglas de la ciudad dictaminan que cualquiera puede aparecer en él, llevar las marcas que sean en su cuerpo o ropa, o incluso poner sus firmas en sus placas de identificación.
  21. —Pero recuerda su color —contestó—. Lein tiene su cargo, al fin de al cabo. Es el Inquisidor. No dudo que la gente nos creyese, pero siempre encontraría una manera de librarse de nosotros.
  22.  
  23. Y de repente, una idea.
  24.  
  25. —¿Librarse de nosotros? Como si le fuéramos a dejar hacer eso.
  26. —¿Y entonces qué? —Pete se volvió de golpe al oír mi voz. Se quedó mirándome, esperando a ver qué era lo que me proponía—. No podemos poner nada en el Tablón, ¡y la gente ni siquiera puede darse cuenta de lo que nos sucede!
  27. —Se lo haremos llegar —dije, cruzándome de brazos—. Incluso el Inquisidor K. Lein tiene que seguir sus propias reglas.
  28.  
  29. Pete se detuvo durante unos instantes y me miró. Sabía lo que iba a preguntar a continuación.
  30.  
  31. —¿Ah, sí? ¿Cómo lo hacemos entonces, Liberty?
  32.  
  33. Sonreí.
  34.  
  35. ---
  36.  
  37. Cualquier comentario o crítica podéis dejarla debajo, y recordad que no tiene absolutamente nada que ver con ningún tema en especial y para nada está basado en ninguna historia real :3
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