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- Era una noche húmeda en McClanahan, y Joyce Fogelberg, la ex directora de la preparatoria de McClanahan, se sentía particularmente sola. Extrañaba los días en que tenía un flujo constante de jóvenes estudiantes atractivos con los que coquetear y doblegar a su voluntad. Mientras estaba sentada en su sala de estar con poca iluminación, tomando un vaso de bourbon, de repente tuvo una idea.
- Joyce siempre había estado interesada en lo sobrenatural, y había escuchado rumores de que los pantanos a lo largo de Murray Avenue eran un lugar caliente para la actividad paranormal. Decidió probar suerte y ver si podía convocar un fantasma. Armó un círculo de velas en el piso de su sala de estar y comenzó a cantar.
- Para su sorpresa, algo empezó a materializarse en el centro del círculo. Era una figura brumosa, tomando lentamente la forma de un hombre. Joyce no podía creer lo que veía cuando se dio cuenta de que no era otro que Dan Fogelberg, el músico que había admirado de lejos durante años.
- Mientras el fantasma tomaba forma, Joyce sintió un cosquilleo en sus partes íntimas. No podía creer que esto estuviera sucediendo. Siempre había fantaseado con Dan Fogelberg, y ahora estaba allí con ella, en carne y hueso, por así decirlo.
- El fantasma de Dan Fogelberg, todavía parcialmente hecho de la arcilla que había utilizado para tomar forma, flotó hacia Joyce. Ella temblaba de anticipación mientras él acariciaba suavemente su cabello y le susurraba dulces palabras al oído. El olor del lodo pantanoso se mezcló con el aroma del bourbon y el sudor, llevando a Joyce al límite del deseo.
- Mientras los dedos espectrales de Dan exploraban su cuerpo, Joyce sintió que las pequeñas piedras en la arcilla estimulaban su clítoris, llevándola al borde del orgasmo. Gimió y se retorció de placer mientras las extremidades fantasmales de Dan seguían explorando su cuerpo, llenando su Fogletrap y browniehole con la arcilla sulfúrica que goteaba, haciéndola dilatar aún más.
- Joyce estaba en el cielo, sintiéndose más viva y realizada de lo que había estado en años. Cabalgó las olas de placer, perdida en el momento en que el fantasma de Dan hacía el amor con ella con una pasión que nunca había experimentado antes.
- A medida que la noche avanzaba, los dos amantes seguían explorando los cuerpos del otro, perdidos en su propio mundo de placer y deseo. Joyce sabía que esto era una experiencia única en la vida, una que nunca olvidaría. Y mientras el sol se levantaba sobre los pantanos, sonrió, sintiéndose más viva de lo que había estado en años.
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