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- Era un caluroso día de verano en Tijuana y Rosie O'Donnell había volado desde Los Ángeles para encontrarse con su amante secreto, Peso Pluma, en el hotel City Junior cerca de la UABC y el Super Ley. Peso Pluma era un apuesto hombre mexicano, de cabello oscuro y ojos marrones penetrantes. Era conocido por su encantadora sonrisa y su forma de hablar, la cual a menudo mezclaba con jerga mexicana.
- Rosie estaba nerviosa mientras esperaba a que Peso llegara. Nunca había estado con un hombre como él, pero estaba atraída por su encanto rudo y la forma en que hablaba. Vestía un vestido rojo que resaltaba sus curvas generosas y su característico cabello rubio estaba perfectamente peinado. Sintió una oleada de emoción cuando escuchó un golpe en la puerta.
- "¡Hola, hermosa!" saludó Peso con una amplia sonrisa. "¿Cómo estás?"
- "Estoy bien, Peso", respondió Rosie, sintiéndose un poco avergonzada por su falta de habilidades en español. "¿Cómo estás tú?"
- "Muy bien, gracias", dijo Peso mientras tomaba la mano de Rosie y la abrazaba fuertemente. "Te extrañé, mi amor."
- Rosie sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al sentir los brazos musculosos de Peso a su alrededor. Se besaron apasionadamente, entrelazando sus lenguas mientras exploraban las bocas del otro. Las manos de Peso se pasearon por el cuerpo de Rosie, apretando sus senos y acariciando sus caderas. Rosie gimió suavemente, sintiendo que su deseo crecía con cada segundo que pasaba.
- De repente, Peso se apartó de ella y sonrió traviesamente. "Tengo una sorpresa para ti, mi amor", dijo, con los ojos brillando.
- "¿Qué tipo de sorpresa?", preguntó Rosie, sintiéndose un poco nerviosa.
- "Es un secreto", dijo Peso con un guiño. "Solo confía en mí, ¿de acuerdo?"
- Rosie asintió, sintiendo que su corazón latía con anticipación. Peso la llevó a la cama y comenzó a desnudarla lentamente, besando cada centímetro de su piel mientras lo hacía. Desabrochó su sujetador y chupó sus pezones, haciendo que Rosie jadee de placer. Luego se movió hacia abajo hasta sus bragas, que quitó con un movimiento rápido de sus dedos.
- "¡Ay, chingado!", exclamó Peso al ver la vagina de Rosie. "Eres tan hermosa, mi amor. Quiero probarte".
- Se arrodilló y enterró su rostro entre los muslos de Rosie, lamiendo y chupando su clítoris con su lengua experta. Rosie gimió fuerte, arqueando la espalda mientras Peso seguía complaciéndola. Luego de repente se detuvo y se levantó, sonriendo de nuevo.
- "¿Estás lista para tu sorpresa, mi amor?" preguntó, con los ojos brillando.
- "Sí, estoy lista", dijo Rosie, sintiéndose un poco nerviosa de nuevo.
- Peso tomó una respiración profunda y se agachó sobre el rostro de Rosie, apuntando su trasero hacia su boca. Rosie jadeó al ver lo que estaba a punto de suceder. Peso gruñó mientras empujaba un gran trozo de mierda que cayó en el rostro de Rosie con un ruido húmedo.
- "¡Allí está tu Alabama hot pocket, pendeja!" exclamó Peso, riendo fuertemente. "¿Te gusta?"
- Rosie se atragantó mientras el maloliente excremento llenaba su boca y fosas nasales. Trató de apartar a Peso, pero era demasiado fuerte. Él comenzó a golpear su rostro, untando la mierda por todas partes en sus mejillas y labios. Rosie se sintió enferma y violada, pero una parte de ella también se sintió excitada por la naturaleza cruda y animal del acto.
- Mientras Peso continuaba empujando su miembro cubierto de mierda dentro de la boca de Rosie, de repente tuvo una idea. Salió de ella y se subió encima, abriendo sus piernas de par en par. Rosie trató de resistir, pero Peso era demasiado fuerte. Él cogió un poco de la mierda de su rostro y comenzó a introducirla en su canal del amor.
- "¡Mira, perra! Te voy a dar el mejor maldito Alabama hot pocket de tu vida!" exclamó Peso mientras seguía introduciendo más y más mierda en la vagina de Rosie.
- Rosie podía sentir cómo la mierda la llenaba, haciéndola sentir sucia y violada. Pero al mismo tiempo, no podía negar que había una extraña emoción en todo esto. Nunca antes había sentido una excitación sexual así en su vida. Peso sacó su miembro y comenzó a empujarlo dentro de la panocha llena de excremento de Rosie, haciéndola gritar de placer y dolor.
- "¡Sí, sí, más fuerte, Peso!" gritó Rosie, sintiéndose al borde del orgasmo.
- Peso la golpeó sin descanso, su cuerpo tatuado brillando con sudor mientras se adentraba más y más en ella. La mierda se estiraba y apretaba en su vagina, cubriendo el pito y los huebos de Peso con una capa repugnante de suciedad. Pero a ninguno de los dos les importaba. Estaban perdidos en el calor del momento, consumidos por un deseo primitivo que trascendía toda razón.
- Finalmente, con un fuerte grito, Peso eyaculó dentro de la chochota de Rosie, llenándola con su caliente semen. Rosie gritó y llegó al mismo tiempo, su cuerpo temblando con la fuerza de su orgasmo. Mientras yacían allí, jadeando y cubiertos de mierda y sudor, ambos sabían que acababan de experimentar algo que nunca olvidarían. Era un secreto que guardarían entre ellos para siempre, un placer prohibido que siempre atesorarían.
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