Dicen

Dicen.

Dicen que CNN miente. Que es un instrumento más del imperio
norteamericano. Que están creando una matriz de opinión internacional para
dar una visión tergiversada de la realidad actual de nuestro país. Que lo
hacen para justificar el “golpe suave” que está en marcha. O peor aún:
para justificar una intervención del Imperio.

Dicen que mis vecinos, esos que saludo a diario –profesores, médicos,
ingenieros, periodistas, estudiantes, amas de casa o universitarios como
yo- son oligarcas apátridas, burgueses pitiyanquis. Dicen que son ellos
los guarimberos violentos, los terroristas, los responsables de la actual
crisis social y política que vive Venezuela. Dicen que son ellos los
causantes del desabastecimiento terrible que sufrimos todos los
venezolanos. Que no quieren dejar disfrutar al pueblo de unos merecidos
carnavales, de unas esperadas fiestas.

Dicen que esos muchachitos de mirada transparente y sincera, los hijos
adolescentes de mis amigos, son “paracos” asesinos contratados por Uribe
para desestabilizar al país y tumbar al Presidente legítimo. Que Leopoldo
y los demás escuálidos responsables de toda esta tragedia los controlan y
les dan las órdenes para mantenerse firmes, al pié de las barricadas que
construyen a diario, esas con las que remplazan las que la Guardia
Nacional desmonta a sangre y fuego cada noche.

Dicen que los colectivos de motorizados no deben ser demonizados, que su
motivación principal es el amor y la construcción de la Patria linda, del
hombre nuevo. Que las armas que disparan a diario hacia las Residencias
donde viven mis compadres –por poner un ejemplo- no existen, que son un
invento más de los medios de comunicación controlados por la burguesía
internacional. Dicen que el asedio que sufren desde hace casi tres semanas
tampoco es cierto, que es un invento de las redes sociales, de Twitter y
Facebook.

Dicen –y lo reafirma Ignacio Ramonet (así que DEBE ser verdad!)- que las
fotos de heridos y muertos no se corresponden con la verdad, que son
montajes de Photoshop en los que emplean antiguas fotos de activistas
revolucionarios heridos por las balas de la extrema derecha.

Dicen que los ataques a civiles desarmados, esos que cada noche puedo ver
desde la ventana de mi apartamento, no son más que mentiras surgidas de
laboratorios de guerra mediática, esa que tan detallada y lúcidamente
describe Walter Martínez cada vez que nos regala una nueva dosis de su
erudición. Dicen que, en el peor de los casos, son la consecuencia de
ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes.

Dicen que los gritos de angustia de mis vecinos ante el ataque –días
atrás- de los “colectivos del amor” no son reales. Que la destrucción de
las instalaciones del edificio en el que habito, de los vehículos de mis
vecinos, es un invento. Dicen además que la presencia de una tanqueta de
la GN, esa que pude ver estratégicamente estacionada detrás de los
atacantes, es un montaje fotográfico.

Dicen que la angustia y desesperación de mi esposa, sus gritos de pánico
ante la posible invasión de nuestro hogar una tarde de Febrero, es un
exceso mediático. Que las miradas de terror de mis dos hijos ante el caos
reinante esa misma tarde, su llanto al escuchar las detonaciones cercanas,
no son más que un invento de los fascistas representantes de la IV
República, esos que nunca más volverán a  gobernar este país.

Eso dicen…Eso y mucho más…

Y yo, que soy latinoamericano, universitario, progresista,
antiimperialista, simpatizante de la izquierda ilustrada, lector asíduo de
Le Monde Diplomatique, les creo. Porque lo dice un gobierno de izquierda,
un gobierno socialista. Les creo.

Es mi deber!

No es verdad…?