Los esclavos blancos

James II, rey de Inglaterra, vendió 30.000 prisioneros católicos irlandeses como esclavos a las colonias americanas. Según James Cavanaugh autor de “Esclavos irlandeses del Caribe” entre 1600 y 1699 se vendieron más esclavos irlandeses que africanos.

En 1649, Cromwell desembarcó en Irlanda y atacó Drogheda, matando a unos 30.000 que vivían en la ciudad irlandesa. Cromwell informó: “No creo que 30 de toda la ciudad escapasen con sus vidas. Los que lo hicieron se encuentran en custodia en Barbados.
Unos meses más tarde, en 1650, 25.000 irlandeses fueron vendidos a los cultivadores en St. Kitt.

Durante la década de 1650 del Reino del Terror de Cromwell, más de 100.000 niños irlandeses fueron tomados de los padres católicos y vendidos como esclavos en América.

De hecho, más irlandeses fueron vendidos como esclavos a las colonias americanas y las plantaciones de 1651-1660 que la población libre total existente de las Américas”. Además, eran más baratos que los africanos (en el XVII, un esclavo africano costaba unas 50 libras esterlinas y un irlandés no más de 5) su menor precio hacía que fuesen aun peor tratados que sus homólogos negros, pues su muerte era un quebranto económico mucho menor.

Los amos enseguida decidieron que las mujeres irlandesas además de para su placer eran una buena fuente de nuevos esclavos por lo que las “cruzaban” con esclavos negros para obtener nuevos esclavos mulatos de mayor precio, los hijos de las esclavas seguían siendo propiedad suya aunque la mujer se emancipara, por lo que las madres seguían siendo esclavas para no abandonar a sus hijos.

Esta práctica casi ganadera duró hasta que en 1681, por las presiones de la Royal African Company a la que la Corona británica había concedido el monopolio sobre las rutas del comercio de esclavos africanos, se aprobó la ley “Forbidding the practice of mating Irish slave women to African slave men for the purpose of producing slaves for sale” (Prohibida la práctica de acoplamiento de esclavas irlandesas y esclavos africanos con el fin de producir esclavos para la venta).

Si la práctica se prohibió fue por motivos económicos del perjuicio causado a la empresa concesionaria no por ningún escrúpulo de índole moral.

El historiador Robert C. Davis escribió: “entre 1530 y 1780 de 1 a 1.25 millones de europeos fueron capturados y vendidos como esclavos en el norte de África, principalmente en Argelia, Túnez y Trípoli pero también en Estambul y Salé”.

El historiador Peter Frost habla de esto en uno de sus fantásticos textos:

Europa solía exportar esclavos al mundo no europeo. Tal declaración asombrará a la mayoría de la gente de hoy, incluso a algunos de los educados en la universidad. Seguro, tales esclavos eran pocos en número y ciertamente menos que los esclavos africanos llevados a través del Atlántico. Y seguro que todo eso ocurrió antes del comercio de esclavos atlántico. Pues bien: no y no. Los números son enormes. En la cima de este comercio, unos 10.000 europeos orientales fueron hechos esclavos cada año entre 1500 y 1650 para ser exportados al Norte de África, el Oriente medio y el sur de Asia… un total de 1.5 millones. En comparación, las Américas recibieron menos de 300.000 esclavos africanos antes de 1600 y otro 1.5 millón entre 1600 y 1700. Los europeos occidentales también fueron esclavizados y llevados fuera, principalmente al norte de África. ¿Cuántos? Más de un millón entre 1530 y 1780.

¿Quiénes se enriquecían con estas prácticas aberrantes? Pues los mercaderes judíos que eran quienes organizaban las cacerías de blancos para venderlos a los países del norte de África, Medio Oriente y el resto de Asia.

En un área de lo que solía ser la Guayana holandesa, 40 plantaciones de propiedad judía fueron el hogar de una población total de al menos 5.000 esclavos, dice. Conocido como el Jodensavanne o judía Savannah, el área tenía una comunidad judía de varios cientos antes de su destrucción en un levantamiento de esclavos en 1832. Casi todos ellos emigraron a Holanda, llevando su riqueza acumulada con ellos.

Parte de esa riqueza estaba en exhibición el año pasado en el sótano de la sinagoga portuguesa de Amsterdam, parte de una exposición que celebra la riqueza de los fundadores de los inmigrantes de la sinagoga, riqueza obtenida con el infame tráfico de esclavos. La exposición despertó su interés en el papel de los judíos holandeses en la esclavitud, que era primordial.

En la isla caribeña de Curazao, judíos holandeses pueden haber representado la reventa de al menos 15.000 esclavos desembarcados por los comerciantes holandeses transatlánticos, según Seymour Drescher, un historiador de la Universidad de Pittsburgh. En un momento dado, los judíos controlaron alrededor del 17 por ciento del comercio de esclavos del Caribe en las colonias holandesas, dijo Drescher.

Los judíos eran tan influyentes en aquellas colonias que las subastas de esclavos que tenían lugar los días festivos judíos a menudo fueron pospuestas, según Marc Lee Raphael, profesor de estudios judaicos en el College of William & Mary.

En los Estados Unidos, el papel de los judíos en la trata de esclavos ha sido una cuestión de debate académico durante casi dos décadas, impulsada en parte por los esfuerzos para refutar sin éxito los argumentos de la Nación del Islam denunciando que los judíos dominaron el comercio de esclavos en el Atlántico. Pero en Holanda, rara vez se discute la cuestión de la complicidad judía.