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Jun 25th, 2011
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  1. > "La revolución cubana podrá tildarse de ineficiente o de cruel, pero ha resuelto los dos más acuciantes problemas de América Latina: la educación y la salud pública, mientras ha convertido la Isla en una potencia deportiva."
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  4. No hay que negar que el gobierno cubano ha hecho un esfuerzo serio por expandir la educación, la sanidad y los deportes. Es decir, por brindarle a la sociedad tres servicios, de los cuales, por lo menos dos —educación y salud—, son importantes. Sólo que cualquier persona instruida sabe que los servicios hay que pagarlos con producción propia o ajena. Y como Cuba producía muy poco, los pagaba con la producción ajena que llegaba a la Isla en forma de subsidios. Claro, una vez que terminó el descomunal aporte del exterior, tanto las escuelas como los hospitales se hicieron absolutamente in-costeables para la empobrecida sociedad cubana.
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  6. Hoy tenemos en la Isla escuelas sin libros, sin lápices, sin papeles, a las que los estudiantes y los profesores muchas veces no pueden llegar por falta de transporte; tenemos edificios a punto, en muchos casos, de colapsar por falta de mantenimiento, y en los que, además, se imparte una enseñanza sectaria y dogmática, muy lejos de cualquier cosa que se parezca a una buena pedagogía.
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  8. De los hospitales puede decirse otro tanto: cascarones vacíos en los que no hay anestesia, ni hilo de sutura, a veces ni siquiera aspirinas, y a los que los enfermos tienen que llevar sus propias sábanas porque, o no las tiene la institución, o carece de detergente para lavar las que posee.
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  10. Es importante que el idiota latinoamericano, ese ser cabeciduro al que con cierta ternura va dirigido este libro, se dé cuenta de que lo que a él le parece una proeza de la revolución no es más que una disparatada y arbitraria asignación de recursos. Cuba, por ejemplo, tiene un médico por cada 220 personas. Dinamarca tiene un médico por cada 450. ¿Quiere esto decir que los daneses deben hacer una revolución para duplicar su número de médicos, o será que Cuba, irresponsablemente, ha gastado cientos de millones de dólares en educar médicos perfectamente prescindibles si se contara con una forma racional de organizar los servicios hospitalarios?
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  12. Cualquier gobierno que emplee alocadamente los recursos de la sociedad en una sola dirección puede lograr una aparente y limitadísima hazaña, pero esto siempre lo hará en detrimento de los otros sectores que necesariamente deja al margen de los esfuerzos desarrollistas.
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  14. Es obvio: toda sociedad sana debe emplear sus recursos armónicamente para no provocar terribles distorsiones. Si Paraguay, por ejemplo, dedicara todo su esfuerzo a convertirse en una potencia espacial, es posible que al cabo de 15 años consiguiera colocar en órbita a un azorado señor de Asunción, mas en el camino, insensatamente, habría empobrecido al resto de la nación. A esas hazañas —típicas de la revolución cubana— algunos expertos les han puesto el nombre de «faraonismo».
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  16. Pero si absurdo resulta juzgar cuanto sucede en Cuba por la extensión del sistema educativo o de la salud pública, más loco aún es basar ese juicio en el tema de la «potencia deportiva». Es verdad que en las Olimpíadas Cuba gana más medallas de oro que Francia. Pero lo único que ese dato revela es que la pobre isla del Caribe emplea sus poquísimos recursos de la manera más estúpida que nadie pueda concebir. ¿Cuánto cuesta que el equipo de baloncesto cubano derrote al de Italia? ¿Cuánto dinero se emplea en darle a Castro la satisfacción de que sus atletas, como quien posee una cuadra de caballos, ganen muchas competiciones?
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  18. Volvemos al mismo razonamiento: todas las expresiones económicas de una sociedad deben moverse dentro de la misma magnitud para que el resultado posea una mínima coherencia. Es comprensible el orgullo primario que sienten los pueblos cuando triunfan los atletas de la tribu, pero cuando artificialmente se potencia ese fenómeno no estamos presenciando una proeza, sino un disparate: una asignación de recursos absolutamente enloquecida.
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  20. Una última y quizás importante reflexión: la Alemania «democrática» ganaba más medallas que la «federal». ¿Quería eso decir que el modelo comunista superaba al occidental? Por supuesto que no. Es una perversidad juzgar un modelo político o un sistema por un aspecto parcial arbitrariamente seleccionado. Los racistas de Sudáfrica justificaban su dictadura alegando que los negros de ese país eran los mejor educados y alimentados del continente negro. Franco, en España, pedía que se juzgara a su régimen por ciertos datos estadísticos favorables. Algo parecido a lo que hace el idiota latinoamericano con relación a Cuba.
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