En una linea alternativa de la historia, Caliburn desapareció de la piedra en donde se encontraba, y Gran Bretaña jamás encontró a quien estaba destinado a gobernarla. El pais se vió sumido en el caos absoluto y la guerra, debido a las constantes invasiones de los Barbaros. Durante dichas invasiones, incluso los miembros de la familia real de los Pendragón fueron asesinados, quedando solo una superviviente; la hija de Uther Pendragón e Igraine, Arturia, cuyos padres confiaron al cuidado del mago Merlin al saber que no les quedaba mucho.

Fue Merlin quien se encargó de criar y entrenar adecuadamente a Arturia, al tener esta desde muy corta edad el deseo de sacar adelante a su pais, sea como fuere. Con eso en mente, y al saber que si no hacía nada al respecto eventualmente morirían y rompería la promesa que hizo a los padres de la chica, decidió confiarle sus conocimientos sobre la existencia de cierta lanza sagrada, Rhongomyniad, que se decía solía ser un pilar de luz, encargado de sujetar ambas partes del mundo, y tras ello enviarla en su busca, armada nada más que con una espada y sus ropajes.

Pasaron tal vez un par de años, durante los cuales Arturia pudo contemplar lo cruel que era el mundo -además de cambiar mucho su forma de ser y pensar- hasta que finalmente encontró lo que buscaba. Pero para ese entonces lo sabía; no todos merecían ser salvados, ni mucho menos que alguien se alze para salvarlos, por lo que lo haría solamente por sus propios intereses.

Arturia formó un grupo de guerreros, manipulandoles con su enorme carisma y atractivo para que luchasen de su lado, y armada con Rhongomyniad, una armadura mágica fabricada por Merlin y su caballo Llamrei, se alzó en contra de los Barbaros, en una cruzada repleta de masacre. Por supuesto, tras terminar los combates importantes y tomar el crédito, tambien tomó el trono de Gran Bretaña, y gobernó con puño de hierro, eliminando a cualquiera que se interpusiese en su camino.

Ni una sola vez se arrepintió de su forma de hacer las cosas, pues al final, todos eran escorias, que no hacían más que esperar ser salvados por alguien más. No consideraba que gente así valiese la pena, o siquiera mereciera el tener un gobierno benefactor, por lo que mientras ella tuvo la corona, fue una completa Tiranía, que no duro mucho, pues al final fue asesinada a traición, por mano de una organización que posteriormente se encargó de Gran Bretaña, los Caballeros de la Mesa Redonda.