“Agraa, Tabetha, Anduin… os he fallado…”
En el momento que esas palabras invadieron su mente, Thrall abrió sus grandes ojos. Lo único que pudo comprobar es que se encontraba en una cama, tumbado en lo que parecía una casa orca. A su lado en una silla envejecida de madera se encontraba su fiel compañera de vida, Agraa acompañada de un mago humano que conocía bien (Khadgar) y un joven gnomo ataviado con una toga de bronce…

“Go’el seguramente no lo recuerdes pero tú mismo hace unas semanas te ofreciste a realizar una prueba con un distorsionador temporal que han construido dos miembros del Vuelo de Bronce. Tu misión era encontrar en el pasado información sobre las razas de Azeroth que se cruzaron con miembros del Vuelo de Bronce; era de vital importancia encontrar una pista de cómo encontrarlos y qué fue de ellos…”

“Sabemos sabio Orco…” Pronunció el joven gnomo… “Que los recuerdos te irán viniendo a la mente de aquello que has podido averiguar a través del distorsionador temporal, pero es de vital importancia que si te viene cualquier recuerdo, nos lo comuniques inmediatamente a Khadgar o mí. El intento de destruir el Portal Oscuro de Tanaan ha sido un fracaso; la Horda de Hierro nos esperaba allí y ha sido imposible poder cerrarlo. Necesitamos que encuentres a los mestizos… Necesitamos encontrar a los TimeWalkers…

“Me vienen a la mente varias imágenes… Una isla al sur de un continente llamado Pandaria, un portal oculto, unas runas… unos escritos diseminados por el mundo, una huida de Azeroth a otro mundo, un único hechizo para poder traerlos… un…”

“¡Ya basta! ¡Necesita descansar! Su mente ha sufrido mucho en estas semanas y no quiero perderlo en las sombras del tiempo…” Pronunció tajantemente Agraa.

“Tiene razón, dejemos descansar a Go’el” pronunció con tranquilidad Khadgar. Cualquier recuerdo importante por favor, háznoslo saber cuánto antes…

Acto seguido Khadgar y el joven gnomo salieron de la estancia. Thrall cansado no pudo contenerse y agarrando de la mano a Agraa volvió a caer en su sueño…