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Prólogo Witch Park

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Jun 25th, 2016
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  1. Existe un lugar donde la magia es real y los sueños no tienen límite.
  2.  
  3. Existe un lugar donde los humanos y las criaturas mágicas interactuan libremente.
  4.  
  5. Este lugar es Witch Park.
  6.  
  7. Los magos de Witch Park conviven con humanos normales, y criaturas mágicas. Hay magos de todo tipo: Luz, Oscuridad, Elementales, Nigromantes, Magos del Amor. Si puedes nombrarlo, probablemente existe. A la edad de catorce años, los magos son asignados un Familiar si pasan un test especial. Un Familiar es un mago, que adopta la forma de un animal para defender, enseñar y proteger a su Mago. Ser y tener un Familiar es un honor. Pero si no, el reconocimiento se gana con determinación y esfuerzo.
  8. Los Familiars son entrenados toda su vida antes del momento en que se les asigna un mago. Porque no sabes cuándo llegarán los tiempos oscuros de nuevo.
  9.  
  10. O cuando no.
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  12. ——
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  14. Stan Marsh, hijo de Randy y Sharon Marsh, dos Familiars muy importantes, y hermano de Shelley Marsh, Familiar de Kevin McCormick. Era un título, casi. Pero Stan era eso. Un chico bajo, con pelo negro y tieso, delgado y unos grandes ojos azules, que podía volverse una pequeña nutria gris. Ya tenía quince años, y qué mejor Mago como maestro que su mejor amigo Kyle. Él era hijo de un abogado humano, Gerald Broflovski, y la Gran Bruja Sheila Broflovski. Ella era grandiosa, conocida por sus hechizos de sanación. Le había heredado el cabello rojo y rizado a Kyle. Él no era su único hijo. Habían adoptado al pequeño mago Ike, de Canabria, la capital de la región vecina, que apenas tenía seis años.
  15.  
  16. Ser familiar de Kyle era fácil, pero siempre tiene que haber una nube de lluvia en medio de tanto sol. Kyle era alegre, racional, y centrado. Pero su condición de mestizo lo hacía un poco... Inestable socialmente hablando. A veces, entraba en ataques de inseguridad. Pero Stan lo devolvía a la Tierra.
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  18. Le había preparado un té de menta esa noche, y lo había hecho dormir. Ya acostado en la cama, Kyle jugó con un mechón rojizo usando su índice. Stan se posó en la cabecera.
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  20. —Kyle, es hora de irte a dormir. Sheila ya me dijo que era tarde.— Kyle rezongó y se dio la vuelta.
  21. —Lo es, pero... No sé si quiero dormir, Stan, ¿Y si mañana el examen de Magia Blanca no me sale bien?— Ahí iba de nuevo. La inseguridad. Stan resopló esta vez y se acostó entre la masa de rizos que cubrían la cabeza del mestizo.
  22. —Kyle, estudiaste toda la mañana y tarde desde ayer y la semana pasada. Nada puede salir mal ahora. Y si ese idiota de Cartman se burla de ti, yo me encargo. Soy un Familiar, después de todo.
  23. — ¿De verdad?— Kyle miró hacia arriba mientras la nutria asentía y le daba unas leves palmaditas en la frente con una de sus patas.
  24. —Así lo he hecho desde siempre, ¿No?
  25. —Eres el mejor, Stan.
  26.  
  27. Y con este intercambio de palabras, la nutria se acurrucó y apagó la vela al lado de la cama. Pero Stan no se había dormido. Apenas sintió que Kyle lo hizo, se sentó sobre la mesa de noche y con un leve flash volvió a ser humano. Le dio una mirada melancólica a su mejor amigo y le acarició el cabello suavemente.
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  29. —Mañana será otro día.
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  31. ——
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  33. Sydney Dellaware declaraba con orgullo que no tenía familiar. El haber fallado el examen de Familiaridad, que la declaró no apta para tener o ser familiar, no la entristecía. Eso sólo significaba que era lo suficientemente fuerte para pelear sola. Y la hacía feliz. No alardeaba sobre ello, tampoco.
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  35. Pero habían otras cosas que la complicaban, y no eran en el plano de la magia. Eran cosas un poco más delicadas. Ella era una Elemental de hielo y hierba, pero bien que le hubiera gustado ser una maga de los sentimientos. Pero no todo es posible en esta vida. Y además, a veces los sentimientos funcionaban de manera misteriosa. Sydney suspiraba.
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  37. La noche fría, las ventanas cerradas y la lluvia asomando. Buena combinación. Apagó el incienso de canela que había encendido y practicó de nuevo el hechizo para el examen del día siguiente. Iba a ser algo difícil, y no quería tener a Garrison gritándole que era una tonta y que debía prestar más atención en clases.
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  39. La sin-familiar iba a demostrar que ella era más que eso.
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  41. ——
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  43. Wendy Testaburger había terminado sus deberes por el día. Cabello, cepillado. Hechizo, repasado. Mensajes con Bebe, respondidos. Lo único que le faltaba, era un familiar. Dijeron que ella era apta para poseer uno, sin embargo, aún no podía encontrar el adecuado. Ya llegaría, suponía ella. Era una maga muy habilidosa, y tenía grandes habilidades. Le habían dicho ya varias veces que ella era una mina de potencial aún sin explotar. Ella era consciente de eso, más no le gustaba alardear tampoco.
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  45. Iba ya a acostarse, cuando unos golpes frenéticos en la ventana atrajeron su atención. Estaba lloviendo. ¿A quién se le ocurría salir con lluvia?
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  47. Probablemente era una broma. Hasta que lo escuchó.
  48. — ¡Wendy, ábreme la jodida ventana, maldita sea, sé que estás despierta, Wendy!
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  50. Era Cartman. Ese molesto brujo.
  51.  
  52. Cartman era un sádico brujo nigromante, gordo y bajo, que se dedicaba a mofarse de los demás, sobretodo de Kyle por ser mestizo. No sabía cómo sus amigos lo soportaban. Era un misterio. La rivalidad entre Cartman y Wendy era inminente, y todos lo sabían. ¿Pero a qué había venido el brujo?
  53.  
  54. —Cartman, es tarde. No te pienso…
  55. — ¡Es de verdad urgente, Wendy, ábreme la maldita ventana!
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  57. Suspiró profundamente, y fue a abrir la ventana. Estaba lloviznando, oscuro, y hacía frío. Miró de un lado a otro, de arriba abajo, pero ni rastros del brujo cerca. Wendy lo iba a golpear al día siguiente, a ver si se atrevía a hacerlo otra vez. Iba a volver a cerrar la ventana, cuando vio algo que le llamó la atención.
  58.  
  59. Un mapache, mojado hasta las puntas, muy gordo y muy asustado temblaba bajo la ventana. El mapache agitó las patas para atraer la atención de Wendy.
  60. — ¡Ya era hora, déjame entrar de una vez!— Habló el mapache, con un tono de preocupación. Wendy no lo podía creer. Quedó helada y con los ojos abiertos como dos platos.
  61. — ¡¿Cartman?!— Dijo, una vez que salió de su ensueño. Agarró al mapache y lo tiró dentro, sin pensarlo mucho. El mapache se sacudió, salpicando un poco de agua alrededor del escritorio. Wendy lo quedó mirando sin poder procesar aun lo que estaba ante sus ojos. — ¡¿Qué fue lo que ocurrió?!
  62. — ¡Fue todo mi culpa! Intenté hacer una de las pociones nigromantes que me vendió ese estúpido brujo vudú… ¡Y no resultó! Ahora seré un mapache para siempre hasta que encuentre la cura… ¡Nada en mi libro lo soluciona!— El mapache se cubrió la cara con las patas. — ¡Y no sé qué haceeeeeeeeeeeeer!
  63. —Ya cálmate, Cartman. — Suspiró Wendy, bajando la mirada y buscando una solución. — Yo te podría ayudar, pero me tomará tiempo. Y además, después de todos los malos ratos, no sé si realmente quiera ayudarte… Y es tarde.
  64. — ¡Por favor, haré lo que quieras, Wendy, pero por favor no me dejes salir! ¡Se reirán de mí y si les digo quien me vendió la receta me van a asesinaaaaaaaaaaar!
  65. — Eres una rata, ¿Lo sabías?— Lo confrontó Wendy. Pero luego de un momento se le ocurrió la solución. Lo observó directo al ojo y sonrió un poco. — Te ayudaré si te conviertes en mi familiar.
  66. — ¡Eso jamás! ¡Es humillante, y además, no quiero tener que estarte obedeciendo todo el tiempo!
  67. — Nada que hacerle… Creo que abriré la ventana y…
  68. — ¡Espera, espera, espera, espera!— Ante el amague de Wendy, el mapache agitó las patas. No podía creer que realmente estuviera haciendo esto. Suspiró y bajó la mirada. — Bien, seré tu maldito familiar. Pero solo hasta que me cures y seguiré jodiéndote.
  69. —Peor es nada. — Le recordó Wendy. — Ven, te hago un espacio en mi cama. Pero primero te secaré el pelo.
  70.  
  71. Wendy Testaburger acababa de meterse en un lío.
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  73. ——
  74. Un gato de pelaje dorado con rayas negras resguardaba la ciudad de Witch Park. Traía una capucha naranja brillante y estaba sobre un techo modesto de tejas rojas. Poco comunes, ya que era de las familias más humildes. El gato suspiró y bajó del techo de un salto, dirigiéndose a una de las ventanas.
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  76. Una pequeña de no más de ocho años estaba dormida, abrazada fuertemente a una muñeca de trapo. El gato apoyó la pata en el vidrio con un poco de tristeza.
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  78. —Duerme bien, Karen. — Musitó, antes de desaparecer en la noche.
  79.  
  80. ——
  81.  
  82. —Tweek, deja de corretearme en la espalda. ¿Por qué no te vuelves humano y ya? Quiero dormir.
  83. —P-p-p-pero Craig, l-l-la forma humana e-es demasiada presión…
  84. —Me importa un comino, Tweek, odio cuando eres esta alimaña y me correteas en la espalda.
  85. — ¡P-para tu información so-soy un hurón! ¡Y-y soy t-tu familiar!
  86. —Ojalá no tomaras tanto café antes de dormir. Me duele la cabeza. Ya para.
  87. — ¡P-Pero el examen de Magia Blanca es mañana y-y-y-y nos va a ir mal s-si no…!
  88. —No me digas lo que ya sé, Tweek, basta de una vez o te juro que te dejo durmiendo afuera.
  89. —O-okay…
  90. —No pongas esa cara, eres mi familiar y te quiero. ¿Está bien?
  91. —S-sí…
  92. —Te quiero mucho.
  93. —V-vaya forma de demo-mostrarlo…
  94. —Sólo cállate. Ya es tarde.
  95. —B-buenas noches, C-Craig.
  96. —Buenas noches, Tweek.
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  98. ——
  99.  
  100. Amanda Laveau solía obedecer las reglas siempre. O casi siempre,al menos. Había ocasiones como aquella en la que simplemente tenía que desobedecer a favor de su propio aprendizaje, para intentar mejorar como bruja de la luz. Cosa urgente, en realidad, siendo que era pésima con respecto a la magia, pero aquello no la desanimaba. Lo iba a intentar hasta el final, iba a poner su máximo empeño en ello.
  101.  
  102. Había salido de casa de sus tíos, los Testaburger, donde actualmente vivía, para conseguir un ingrediente esencial en sus hechizos de fuego; salamandras. Estos pequeños anfibios salían en noches lluviosas como ésa, y una pequeña llovizna no era impedimento para poder salir a conseguirlos.
  103.  
  104. Había salido por la ventana, cubierta con un impermeable negro con capucha, y se encontraba caminando por una pequeña plaza. El roble ubicado en ella servía de casa para las criaturas que estaba buscando. Sin perder más tiempo, abrió el tarro que llevaba y entrecerró sus ojos, de color azul cielo, para intentar ver en la oscuridad. Al no conseguirlo, se acercó más al árbol y sintió como las ramas la protegían de la lluvia. En silencio, siguió observando en total quietud.
  105.  
  106. Algo delante suya hizo un pequeño golpe seco y le hizo dar un pequeño salto. Bajó la mirada, y entre las ramas del roble pudo observar un gato con capucha, con los ojos cerrados e inmóvil. Se le acercó, aguantando la respiración, pero suspiró tranquilamente al ver que respiraba.
  107. Compadeciéndose del pobre animal, lo tomó en brazos, cubriéndolo con su impermeable, y se dió la vuelta, caminando de vuelta a su casa. Las salamandras estaban en segundo plano ahora.
  108. —Pobrecito...—Susurró, sintiendo cómo el gato temblaba de frío.—Yo te cuidaré. Seguro que se nos ocurrirá algo para ayudarte.
  109.  
  110. Lo último que se escuchó en esa lluviosa noche fueron los pasos acelerados de la chica.
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