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Nov 11th, 2015
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  1. Una cuestión de educación
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  3. En primer lugar este artículo está narrado en tono irónico reflejando una experiencia personal. Así que dicho esto, por favor neoliberales de menéame absténganse de leerlo porque les explotarán los cerebros además de no comprender el sentido del artículo. Para los se sientan mareados con mi semántica, decir que llevo nueve años sin vivir en España y hablando en otro idioma. Por supuesto no participo en la política española ni voto en las elecciones españolas ni milito en ningún sitio. Dicho esto, procedan a leer si les interesa el tema educativo, y si no pasen de largo.
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  5. La primera vez que entré en una clase sueca fue como asistente de profesora de inglés y español. Según el sistema educativo sueco, en clase puede haber un asistente junto al profesor ayudando a los alumnos. Este asistente puede ser un profesor o un estudiante. Entré a trabajar como asistente y firmé el contrato después de una entrevista con la directora del instituto. Conforme pasaron los años de asistente pasé a ser profesora. Me pareció asombrosamente sencillo y el colmo de la eficiencia que los propios directores pudiesen contratar al personal de su centro sin mediar procesos de oposición ni tener que esperar bolsas de trabajo eternas. Un profesor o un maestro salía con contrato justo al acabar la carrera sin tener que pasar por un proceso de oposición donde dejarse las pestañas y los ahorros. Además de contratar a todo su personal, los directores podían despedir al profesor que no fuese eficiente en su trabajo. El director era como el jefe de una empresa donde todos los empleados tienen que ser eficientes y cumplir los objetivos. Cuando visité el centro vi que en cada clase había un proyector al que acoplar mi ordenador, equipo de sonido, libros, ordenadores y material escolar gratuitos para los alumnos. El sueño de todo profesor que quiere hacer interactiva su clase y olvidarse de la pizarra y de la clase magistral. Los profesores tendríamos cursos gratuitos para aumentar nuestra formación, además de portátil y herramientas informáticas para hacer más creativas nuestras clases. Cuando me contrataron di un salto de alegría. Por fin iba a participar de la extraordinaria experiencia de ser profesor en un país nórdico de seres de luz perfectos y además con todos los medios que soñé. Mi sueño de ser profe y dar una clase como yo quería con todos los medios tecnológicos a mi alcance para hacerla interactiva e interesante se iba a hacer realidad.
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  7. Lo primero que vi al entrar en clase fue a un alumno agarrando a otro cuyo cuerpo estaba suspendido justo en la mitad de la ventana. Digamos que vi unas piernas pataleando mientras el otro alumno que le sostenía reía como un poseso. Menos mal que la ventana estaba a sólo dos metros del suelo, en ese caso hablaríamos de intento de asesinato de practicar salto base. Mientras me reponía de esta escena vi que cinco alumnos estaban sentados encima de sus mesas cantando una canción de rap que sonaba a todo volumen en uno de sus móviles último modelo. Cinco chicos jugaban a los videojuegos en el ordenador, dos buscaban pistolas en una web de armas, tres chicas miraban las últimas novedades en sujetadores en H&M y otras alumnas se hacían cosas en el pelo mientras que la profesora daba las instrucciones en un Powerpoint que se proyectaba sobre un fondo blanco sobre el proyecto en el que tendrían que trabajar hoy. Cuatro alumnos atendían y tomaban notas. El resto supongo que estaba esperando a que se callara la profesora, de hecho era eso lo que esperaban porque se lo estaban pidiendo a gritos. Para mi sorpresa la profesora hablaba impasible sin poner orden en clase. Sus palabras apenas se oían entre la cantidad de bips, melodías tono-politono, raps, aplausos por el paso de nivel en el videojuego de moda, risas y mugidos de becerros en celo que inundaban la clase.
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  9. El resto de las clases, con esta y otros profesores, avanzaron entre gruñidos, pitidos de ordenador, avisos de chat, llamadas de móviles de padres a hijos o de hijos a amigos, tonos de Skype y alumnos cabreados cantando rap que se salían de clase cuando querían para dejar sus gruñidos rebotando en los pasillos. Los profesores aguantaban este concierto de ruido electrónico y de gritos hormonales como si la cosa no fuese con ellos. Hablando con los profesores les manifesté mi asombro, ante lo cual me dirigieron una mirada de reproche y me dijeron que en Suecia no se obligaba al alumno a aprender sino que la motivación tendría que venir de ellos y que el profesor era sólo un instrumento más de motivación, un guía educativo. La motivación se conseguía con proyectos de trabajo en grupo que interesaran al alumno. Eso me lo decían mientras les empezaba un tic en el ojo que indicaba algún tipo de conflicto interno. Me repetían lo mismo unas cuantas veces como si tuvieran que convencerse de ello. Después se iban a la máquina de café, supongo que para olvidar el tema, sonriendo a los demás para aparentar que todo iba bien.
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  11. Pedí asistir como oyente a muchas clases en muchos otros institutos donde trabajé y el patrón de ruido y de mala educación se repetía en todos. En cinco años como profesora nunca pude dar ninguna clase sin que se me interrumpiera con gruñidos y exabruptos cada cinco minutos, los alumnos se salieran de clase cuando les daba la gana, se pusieran a jugar a videojuegos o me recitaran versos de rap donde se hablaba de disparar a todo el mundo. Si les advertía de que si no dejaban de hablar por los móviles se los quitaría me respondían que quitar el móvil era un abuso y que denunciarían a la policía. Los casos de acoso escolar eran diarios mientras los profesores trabajaban en campañas anti-acoso que no servían porque entre otras cosas los acosadores pasan de campañas informativas. Un día me di cuenta de que lo que yo hacía no tenía nada que ver con ser profesor y educar. Me había convertido en un apaciguador de tiranos que no me dejaban hacer mi trabajo, y mi trabajo, según me habían enseñado en la universidad y yo me había creído, consistía en proveer de conocimientos útiles y de valores a unos seres en crecimiento.
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  13. Mientras esto pasaba el gobierno sueco preparaba reformas cada año. En una de ellas dijo que la culpa de todo el fracaso escolar y de los malos resultados del PISA era de los profesores así que los mandó de nuevo a la universidad. Si antes cualquier persona que hubiese estudiado una carrera podía enseñar, ahora era necesario tener la carrera de profesor para ejercer. Aunque el país había sobrevivido e incluso se había colado en el top educativo mundial teniendo profesores vocacionales que nunca habían estudiado pedagogía pero que eran expertos en su asignatura y en diseñar clases, el gobierno consideró que la culpa de todo la tenían ellos. Así que profesores con treinta años de experiencia tuvieron que volver a las aulas para empezar a estudiar una carrera esencialmente teórica diseñada por pedagogos que nunca habían pisado un centro. Otros directamente vieron la ocasión oportuna para pedir la jubilación anticipada, mudarse a un país soleado y dejarle el marrón a los siguientes. El gobierno seguía echándoles la culpa a los profesores y cambiaban cosas cada año, dejando el marrón de formarse sobre los cambios a los profesores que veían desesperados cómo la burocracia se les aumentaba cada día. De hecho había tanta burocracia que resolver en los centros que los profesores tenían que preparar las clases lectivas en su tiempo libre. El gobierno se volvió más controlador con lo que se hacía en los centros, exigía informes semanales de rutinas, programaciones didácticas semanales e informes burocráticos. Nadie tenía tiempo para diseñar una clase.
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  15. Entre tanto empezaron los problemas derivados del cheque escolar y de la decisión tomada en los noventa de que serían los municipios los encargados de financiar las escuelas de su área. Municipios más ricos tenían más dinero para dar a los centros, mientras que los pobres se cargaban de más deudas y de más marginalización. Las escuelas privadas (financiadas por el estado) aparecieron hinflando resultados mientras en privado se practicaba la presión a los profesores para que ahorraran en gastos y derrocharan en buenas calificaciones mediante bonificaciones de departamento y aumentos de sueldo, todo de cara a la galería. Todo en busca del superávit y el marketing publicitario de “somos la leche y preparamos a sus hijos para triunfar”. Como se estableció la libertad de poder elegir escuela, los padres intentaron meter a sus hijos en esas escuelas privadas o públicas que tantos “éxitos” tenían. La marginalización de los municipios pobres y de las escuelas con malos resultados seguía y mientras más pobreza, menos dinero para esas escuelas. Si un centro (público o privado) tenía malos resultados adquiría mala fama, así que los padres elegían otro con “buenos resultados”. Los directores de centros públicos y privados se convirtieron en máquinas de comer marrones y de intentar diseñar un producto vendible que atrajese a alumnos-clientes y a padres-satisfechos. Como en toda empresa que vive de cara a la galería, se le exigió al profesor que no diese muchos problemas, que aguantara el chaparrón y que tomase pildoritas para el ácido que provocaban los marrones. Servidora, que trabajó una vez en uno de esos centros privados donde se la presionaba para no gastar y para hinflar ser positiva con las notas (debía dar hasta tres oportunidades a los alumnos para que hicieran un examen si no les daba la gana de presentarse), se descojona viva al ver que en España se plantea el pagar más a los profesores de acuerdo al porcentaje de aprobados.
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  17. Trabajé como profesora cinco años en Suecia en centros públicos y privados, ricos o pobres, y en todos vi los mismos problemas. Todos los profesores trabajaban en base a proyectos (Dewey-style) en grupo porque dar una clase magistral o intentar explicar durante diez minutos en la pizarra era imposible, así que básicamente se daba un proyecto cada semana y los alumnos buscaban información en internet (algunos en sus libros, pero la mayoría no los abre). El problema básico es que no importan los medios que tengas si el alumno no quiere aprender. No importa que el alumno tenga material gratuito, libros subvencionados, iPad subvencionados, profesores que diseñan clases atractivas e interactivas o exámenes fáciles para poder aprobar siempre. No importa nada de eso si del lenguaje educativo se ha erradicado la palabra “responsabilidad del alumno” y la sociedad ha dado la espalda a la educación. De nada sirve que sesudos pedagogos echen la culpa de lo que pasa al profesor y emprendan reformas sin pisar un centro y hablar con los que viven la educación cada día. Lo que pasa en la educación se soluciona hablando con los profesores e intentando diseñar un sistema educativo humano que no pretenda lo mismo para todo el mundo porque hay alumnos que necesitan una cosa y otros, otra. Y sobre todo, lo que necesita la educación son padres responsables que no echen la culpa a los demás del comportamiento de sus hijos ni pasen la bola de su propia irresponsabilidad a la sociedad. Los políticos tampoco están interesados en mejorar la educación sino que dan palos de ciego copiando modelos sin experimentarlos primero o sin informarse de las consecuencias. Y ahora mismo lo que les interesa es que en los centros de enseñanza se formen a personas irresponsables e infantiles que sepan manejar internet y buscar información para que sean expertos en consumir cosas. No interesa formar a ciudadanos responsables o formados sino a consumidores. Entre tanto las clases son dominadas por alumnos tiranos que exigen hacer siempre lo que quieren. Pedir silencio para poder trabajar y concentrarse es como pedir a un olmo que de peras. Los verdaderos perdedores son los alumnos que quieren aprender y los profesores con vocación. La contaminación acústica de los centros educativos suecos es tan demencial que ya se han hecho estudios sobre el tema señalando los efectos negativos en la salud y en el aprendizaje.
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  19. Para concluir, decir que Suecia se encuentra por debajo de España en los resultados educativos del informe PISA destinados a medir los niveles de comprensión lectora o de habilidades matemáticas. El que esté interesado puede consultar los resultados en internet para comprobar que no miento. Decirles que a pesar de que la educación me gusta y es mi vocación, actualmente prefiero limpiar cuartos de baño con cepillos de dientes antes de enfrentarme todos los días a una clase de alumnos adolescentes.
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