Aproveché el campamento y dormí ahí. Al despertar, junté comida y me puse un blindaje nuevo y perfecto, se veía muy resistente.
Caminé al norte del lugar. Se oían los hermosos cantos de las bellas aves del lugar; el sereno viento acariciando los arboles, el césped y mi cuerpo; los animales corriendo.
Todo esto fue interrumpido cuando vi un objeto rojo en el cielo que se dirigía a mi. Me corrí, pero este seguía insistiendo. Era una criatura parecida a una langosta, que levitaba. Era de un color rojo intenso.
Esta cosa se me aventó por ultima vez, pues mi espada la dejó sin vida.
Seguí caminando y me encontraba con arboles de troncos grises y hojas rojas, con arañas de gran tamaño que, por suerte, no notaban mi presencia... Hasta que una criatura de gran boca se me lanzó encima. Quería morderme, y lo hizo, pero solo me clavó los dientes, nada más.
Tomé el brazo de la criatura y, con fuerza, lo envié para adelante, donde se chocó con un árbol. Se me acercó este ser de gran boca al mismo tiempo que levanté mi espada... Fue enterrada en su estómago.
Pasaron horas y esto fue aumentado, enemigos y arboles de colores rojizos, como si el grado más fuerte de depresión hubiese caminado por aquí, dejándolo como el lugar más negativo y cutre existente.
Esto llegó al punto máximo cuando vi una gran cueva constituida de una especie de piedra rojiza, con extensiones que parecían filosos dientes. Me acerqué para entrar, pero...
-¿Estás seguro de entrar?
Me di vuelta. Era una persona con una armadura impresionante de color rojo, negro y gris, enganchada una lanza del mismo color en la espalda. Tenía un cinturón negro que llevaba pequeños orbes rojos.
-No vas a contestar, ¿verdad?
-Si, creo que entraré.
-Repito: ¿Estás seguro de entrar?
-Ahora que lo dices así, no.
-Pues vete, antes de que perfore tu cuerpo a una pasada.
-Meh, lo mismo han dicho todos. ¿Te atreverías?- Dije yo, riéndome.
-Sí.- Dijo el, de forma confiada.
El hombre se colocó un collar con forma de corazón y transformó uno de sus orbes en una gran espada.
-¿Estás preparado?
-Sí.- Contesté con miedo.
El hombre se acercó rápidamente y, estruendosamente, se sintió el choque de nuestras armas. Yo salté y llevé la espada con fuerza para abajo, golpe que él esquivó. El, devolviendo el golpe, giró en sus pies con fuerza y me lazó su espada... La cual esquivé. Tomó su lanza mientras yo corría a por el y me la lanzó. Esta lanza me perforó la armadura, pero no a mi.
Piñas fueron, golpes vinieron, se veía que no terminaba... Hasta que mi oponente me quiso cortar las piernas... Clavé mi espada en el suelo para bloquear su golpe y me abalancé en su mango para darle una terrible patada en su cara, dejándolo en el suelo mareado.. Al hacer eso, saqué la espada y se la puse arriba de su cuerpo.
-Aguarda, por fa
...
Capítulo 6: Mi bonito color carmesí.