Nacida entre riquezas y lujos, Cassiel vino al mundo minutos antes de que lo hiciera su hermana Lucifer en aquella mansión de Dublín el veintisiete de noviembre del año dos mil seis. Sin embargo, los lujos no duraron a penas un abrir y cerrar de ojos, pues su madre trágicamente expiró a causa del parto, dejando solos a las gemelas y a su amante semigigante.

Sandra pertenecía a una familia de clase alta, cual vivía en la mansión familiar rodeada de lujos. A dicha familia muggle le gustaba viajar a Málaga, en España, donde tenían otra mansión oficial. En aquella mansión trabajaba Rafael como el cuidador de los caballos. Rafael era un semigigante de clase baja que intentaba ganarse la vida como podía. Pero lo más importante era que estaba locamente enamorado de Sandra, la hija de aquella familia muggle. Y Sandra también estaba enamorada de Rafael. Pero llegó el momento en el cual tenían que despedirse. Sandra volvería a Irlanda y a Rafael no le quedaba otra opción que esperar a que su amada volviera. Pero no tardaron en llegarle noticias de la joven. Había recibido una noticia de ella, comunicándole que había quedado embarazada. Los padres de ella fueron informados por la propia chica de quien era el padre. Éstos, horrorizados por tal atrocidad cometida, repudiaron a su hija, echándola de casa y de la familia. Ella, por suerte, agarró joyas y suficiente dinero para empezar a criar a sus hijas. El padre, por su parte, agarró el poco dinero del que disponía para salir en busca de la madre de sus hijas para pasar los últimos meses de embarazo junto a ella y, más tarde, poder formar una familia.

Consiguieron una pequeña y acogedora casa capacitada para vivir de una manera medianamente decente, aunque muy humilde. La barriga de Sandra creció tanto que comenzaron a pensar que tendrían tres bebés de una vez, pero no le dieron demasiada importancia. Primero recibieron a Cassiel. Sandra sentía una gran angustia debido al dolor, pero consiguió que Lucifer naciese minutos después. Después de esto, entre lágrimas y sangre, Sandra echó su último aliento. La madre que murió sin saber que había dado a luz a dos semigigantas con habilidades mágicas.

Rafael continuó cuidando a sus dos hijas tan bien como pudo gracias al dinero que les dejó Sandra. A los tres años el dinero se agotó, y el padre se vio obligado a ganar dinero mediante trabajos a tiempo parcial. Trabajó mayoritariamente en bares y tabernas mientras tenía que seguir cuidando a las gemelas. Esto acarreó tanto estrés para él que acabó reuniéndose con su amada en el otro mundo dos años después gracias a un paro cardíaco. La presión del trabajo y de cuidar a sus dos hijas por sí solo sin la ayuda de Sandra acabó por destruirle.

Así pues, las gemelas tuvieron que despedirse de su hogar sin saber muy bien a dónde ir con solo cinco años de edad. Su truco era sobrevivir de las sobras y lo perdido de los demás. Recogían los peniques que se caían de los bolsillos. Y si tenían suerte quizás se encontraban muy de vez en cuando algún billete, aunque con poco valor. Gracias a su pequeño tamaño -aunque muy grande para su edad- les era fácil introducirse en los contenedores para buscar comida que la gente desechaba.

Y entonces conocieron a Shawn Richards, un chico que les rondaba la edad y que se encontraba en  la misma condición que ella las ayudó a salir de aquella vida en los contenedores. Él se las había ingeniado para vivir un poco mejor que ellas. Los tres convivieron juntos, haciéndose amigos. Aunque Shawn también contaba como hermano para ellas.

Pero por desgracia, cuando tenían ya los siete años de edad, separaron a Cassiel y Lucifer de Shawn. Fueron encontradas rondando las calles con un cuerpo totalmente esquelético totalmente solas. Y las llevaron a un lugar que fue mucho peor que vivir en la calle, al menos para ellas. El Orfanato God's Mercy.

Desde un principio no pudieron encajar. Todos los demás niños o estaban asustados o se mofaban gracias a su alta altura a su temprana edad. A uno de ellos le salió a arder la camisa como si nada. Tampoco les permitían salir para poder encontrarse con Shawn de vez en cuando. Aunque allí tenían comida y una buena cama donde dormir. Pero los insultos que recibían no eran de ayuda. Sin embargo, tenía una buena terapia de relajación: dibujar.

No tardaron en anunciarle a Cassiel que había sido adoptada por una pareja cuarentañera que no tenía más compañía que ellos mismos y un perro. A las gemelas no les hizo ninguna gracia ser separadas. Sin embargo, la pareja solo quería ocuparse de una, y para ellos Cassiel era perfecta.

Desde entonces la vida de Cassiel no era más que un desastre después de otro. Como a sus padrastros no les gustaba su nombre de pila, la llamaban por su segundo nombre: Victoria. La pequeña ya no quería pasar más tiempo con aquellos padres que detestaba, así que decidió dificultar sus vidas para que la devolviesen al orfanato. Comenzó por pintar las paredes con rayones sin sentido -aunque a veces se dedicaba a pintar dibujos artísticos- y tirar del pelo de su madrastra. Más tarde acercó "accidentalmente" un mechero encendido a las sofisticadas cortinas del salón, poniendo a arder media sala. A veces sin saber por qué se rompían los vasos al ser llamada "Victoria". Varias veces se escapaba para ir a buscar a Shawn y pasar tiempo con él, lo cual tampoco agradaba a sus padrastros. Pero como se limitaban a castigarla no y se decidían por devolverla al orfanato, ella quiso ir más allá. Tiró al perro familiar por la ventana delante de sus padrastros, siendo atropellado y provocando el choque de dos coches que por allí pasaban. Pero todo mereció la pena, pues tras el papeleo Cassiel estaba de vuelta con su hermana en el orfanato tras no más de un año.

Las mofas continuaron, pero ella decidió no tener piedad con los demás. Empezó a meterse en numerosas peleas, estando siempre en continuos conflictos. Las monjas que allí trabajaban solían decirle que la echarían cuando cumpliese la mayoría de edad antes de que a ella le diese tiempo de irse. Al oír esto, algo comenzaba a arder o se rompía algún objeto de cristal sin nadie saber por qué. Pero la verdad era que las dos gemelas ya se escapaban de vez en cuando y cuando lo lograban para seguir viendo a aquel pelirrojo.

Durante las clases que impartían ella se dedicaba a seguir dibujando, haciendo distintos diseños. Cada vez le gustaba más aquella práctica. Tanto a ella como a su hermana, le empezaron a gustar la idea de tatuarse. Sin embargo, tenían entendido que eran algo bastante caro. En una de sus escapadas para encontrarse con Shawn, este les dio el dinero suficiente para comprar los materiales necesarios para tatuar. Así comenzaron con tan solo los escasos nueve años comenzaron a tatuarse a escondidas de las monjas. Decidieron que era buena idea tatuarse en el lugar inverso a su gemela, tal y como si estuviesen mirándose a un espejo. Los primeros fueron corazones, estrellas y símbolos del estilo. Después comenzaron con las frases. A eso de los diez años se tatuaron la frase "Run With Wild Horses", simbolizando sus ansias de salir de aquel orfanato. Por esta época Cass comenzó a no tener empatía por nadie más que por su hermana. Ni siquiera por ella misma.

A los once años recibieron dos cartas, una para cada una, anunciando que habían sido admitidas en un colegio de magia y hechicería. Ninguna de las dos sabía que hacer al respecto, ni siquiera sabían si creérselo, pero una visita que no esperaban ni en sus más profundos sueños. Un hombre que decía ser el director del colegio venía a explicarles sobre Hogwarts. Ellas no sabían nada sobre la magia. Cass, cuando se enfurecía, estallaban cristales, pero no pensó que fuese su culpa. El colegio se encargó de financiar los gastos para su equipamiento escolar, ya que ellas no disponían de ningún medio para hacerlo. Por suerte, Shawn también asistía a aquel colegio, lo que alegró bastante a las dos.

Tras esto, se veían obligadas a volver al orfanato cada verano, lo cual seguía siendo insoportable. Y lo peor se trataba de que no podían usar la magia contra ellos si no querían hacer expulsadas. Por lo cual Cassiel seguía usando el método cuerpo a cuerpo. Mientras seguían tatuándose y haciéndose perforaciones en las orejas. La afición de tatuar las acompañaría hasta la actualidad.