El Futuro es ahora

Imagino un futuro lleno de historias breves e inconclusas, cada una de un solo renglón, conteniendo frases cortas y simples, perfectamente digeribles y con gran potencial de convertirse en nuevos memes (XD)
Los best-sellers de las próximas contendrán dentro de su minimalismo toda nuestra frivolidad y deseo de evasión.
Serán frases peculiares y sin peso, que no dejarán huella en nuestras almas y que podrán ser leídas una y otra vez en menos de diez minutos.
Obras completas, digitalizadas, inspiradas en algo que vimos en televisión (si acaso sigue existiendo la televisión en el futuro) o en algún video del internet. Una alegre sucesión de palabras, destinadas a ser leídas en la pantalla de algún celular o un aparato semejante.
Cualquiera podrá ser escritor, y con ello el título mismo de escritor será obsoleto.
El trabajo de los futuros artistas será el de entertainers bien pagados,  y su obra será desparasitada de cualquier ideología cuestionable, cualquier comentario que pudiese resultar controversial, cualquier eco que desafíe la música al unísono recitada por las voces del sistema.
Y serán todas obras en inglés, que se ha vuelto idioma universal, con mayor capacidad de venta y mayor atractivo comercial. Serán obras en inglés escritas en lenguaje coloquial, que cualquier persona podrá entender claramente aquí y en la China, perfectamente digeribles como unas piezas de pollo del KFC, como una hamburguesa del McDonald's, siempre con el sabor justo y perfecto, desarrolladas especialmente para su consumo masivo, como un alimento justo para las mentes del futuro.
Todo lo demás será un lujo, un adorno. Las posturas radicales de los escritores del pasado serán  una gracia curiosa, un romanticismo pintoresco, un emblema más de la cultura hipster.
Sus rostros y frases más icónicas adornarán playeras y camisetas, tal vez las portadas de algunos acuerdos. Sus obras serán adaptadas libremente por Hollywood, aún las más inadaptables, que serán convertidas en un producto seguro para el disfrute de quien no disponga del tiempo ni la concentración requerida para experimentar sus versiones en papel, con los cambios requeridos para que el espectador no se aburra, asaltando sus sentidos con violencia,  espectacularidad y sensualidad (aunque últimamente la sensualidad se está volviendo un elemento cada vez más prescindible en función de la espectacularidad)

Será un futuro muy colorido y holográfico, en versión Disney, sin la oscura opresión de Orwell ni Bradbury.  Será un futuro cómodamente estándar y políticamente correcto, el cual ya podemos ir festejando desde ya, cada mañana, al momento de despertar y ver nuestra cara vagamente reflejada en la pantalla de nuestras laptops o celulares.
Vamos, pulsemos el teclado. Pulsemos las palabras exactas:

“El futuro es ahora.”