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- Pasaban años desde que no sentía el hermoso sabor, todos estaban
- infectados por un parásito llamado "vegetarianismo".
- No quedaba casi nadie que comiera carne; su consumo se
- consideraba tabú. Era raro ver a alguien sin anemia.
- Había muertos en todas partes, mas ninguno había
- entendido que se estaban destruyendo a si mismos.
- Saborear la carne se volvió mi mayor deseo. Ahorré,
- opté por comprarla de uno de los traficantes en la calle.
- Ya no me importaba si era tabú o no. Prefería
- arder en el inferno que comer más maldita soya.
- Desde que el mundo se infectó, decidí aprender alquimia, para
- enriquecer la inútil soya, y usarla para algo útil.
- Muchas veces había buscado esa utilidad. Lápices de soya,
- impedidos por el horrible color de la pútrida sustancia.
- Explosivos de soya, considerando lo seca, y ante todo
- rancia que era la soya, era bastante flamable. Ladrillos
- de soya, mas estos no sobrevivían por la fragilidad y
- asquerosa porosidad del material.
- Saboreaba la carne. Su jugosa y atractiva textura,
- atrapada en mi paladar. Compré la carne, mi cuerpo se
- bañaba en su dulce olor. Si fuera muy, pero muy
- estúpido, la comería cruda, mas obviamente no lo hice.
- Comer la carne ya no era un sueño. Únicamente era
- otra hermosa experiencia. Transmuté un paquete de soya, y lo
- maté quemándolo; quemarla era su único uso. Eso,
- o intoxicar a alguien.
- Al fin, saboreé la carne, era perfecta.
- Por casualidad, pasó una niña, por su apariencia
- inmadura, no tendría más de doce años. —Eso es carne
- no puede ser, la sustancia prohibida — dijo preocupada,
- consternada, impactada. —Te mintieron — dije. No
- había razón por la que la pequeña niña sufriera, pero
- el mundo estaba jodido.
- Con un pedazo de carne en mano, corrí hacia ella, y lo
- arremetí dentro de su boca. Lo empezó a comer, se
- reconocía claramente que la disfrutaba, más no lo merecía.
- —Tu querías soya — dije, mientras transmutaba la
- obscura soya en un objeto de forma fálica. Me acerqué,
- no importandome nada más. -¡Toma tu puta soya!-.
- No tardó en morir ahogada por el gran
- objeto peneiforme. Eso, por alguna razón, me satisfizo.
- Made by
- Ariel García
- Morán, cuando
- era un pinche morro de
- secundaria
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