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Feb 18th, 2020
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  1. Una figura oscura y tenebrosa se dibujó en el holograma frente a mis ojos. Túnica negra, cuerpo decrépito, ojos amarillos y una lánguida sonrisa bajo una capucha. Mi señor, el Emperador, había respondido.
  2.  
  3. — Directora Isard —dijo en una tenue pero no por ello menos amenazante voz—. O quizás debería decir «Ministra» —añadió—. Permítame, antes que nada, felicitarla por su ascenso.
  4.  
  5. — Mi señor —contesté de inmediato, levantándome de la posición de respeto en la que había estado desde que su figura aparició.
  6.  
  7. La figura del Emperador sonrió inclinándose levemente hacia donde —seguramente— se encontrase mi holograma.
  8.  
  9. — Excelente trabajo con orquestar la batalla de hace unos días —añadió—. La he enseñado bien.
  10.  
  11. De nuevo, tan solo silencio hubo por mi parte. Silencio y, quizás, pensar en aquel día. Cuando saltaron las alarmas y salí al balcón para observar el escenario.
  12.  
  13. Cada punto de la capital parecía estar en alerta. Los cielos, con cientos de naves y satélites allá arriba, sobre nuestras cabezas, brillaban entre fuegos y relámpagos. Todo recogido y aprisionado bajo el tenue frío manto del cielo nocturno.
  14.  
  15. El discurso de la —ahora— «Regente» ciertamente había tenido su punto. Minetii siempre fue buena para las palabras, por eso el Emperador la eligió para la posición. Casi lo mismo que con Malreaux, el hombre perfecto en la posición perfecta para iniciar una guerra.
  16.  
  17. Huelga decir que lo más inusual en la capital aquel día no fue la batalla que causó el subido Almirante. No, fue el temblor.
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  19. Sin que un solo ciudadano se lo esperara cada segmento del distrito Imperial empezó a vibrar. Los edificios parecían no poder soportar la presencia de lo que sucedía en el exterior. Ventanas rompiéndose a un lado y a otro mientras una descomunal sombra se alzaba en el horizonte.
  20.  
  21. — Aprendí del mejor —contesté con disciplina.
  22.  
  23. — Sin dudas —replicó él con aparente interés—. Fue una excelente idea donar el Lusankya a la causa. Sin dudas mejoró la moral de las tropas.
  24.  
  25. — Sugerí a la traidor…
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  27. El Emperador alzó su decrépita mano—. Por favor Ministra. No llame así a la Regente. Es una importante pieza de mi plan.
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  29. — Por supuesto.
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  31. Minetii, que mujer tan previsible. Ninguna de sus acciones desde que el Emperador dejó la regencia a manos de Tarkin no había sido previamente prevista. Pocos individuos son verdaderamente ambiciosos en la galaxia, sintiendo ese ansia de poder corroyéndoles por dentro. Todo a la espera de un simple empujón.
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  33. — Dígame… ¿Lord Vader actuó según lo esperado?
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  35. — Mantuvo la línea hasta la retirada —contesté.
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  37. — Excelente… —replicó, extendiendo la palabra por unos segundos antes de detenerse—. ¿Algo que le perturbe, Ministra?
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  39. — Prefiero no cuestionarle.
  40.  
  41. — No. Hable libremente.
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  43. — Lord… Lord Vader siempre a estado a su lado, mi señor. ¿Por qué prescindir de él para su plan?
  44.  
  45. — Ah, eso.
  46.  
  47. No lo entendía. Tan pronto como la batalla inició Lord Vader estuvo ahí para luchar por su ideal del Imperio. Incluso mantuvo un falso equilibrio en la batalla ante una fuerza descomunalmente superior. Era leal al Imperio, no un sedicionista como Minetii o un rival al Emperador como Tarkin.
  48.  
  49. — La correa que mantenía a Lord Vader a mí fue rota recientemente. Ahora tan solo se sirve a sí mismo.
  50.  
  51. Aquello me resultó una… Sorpresa. Y por primera vez sentí miedo. Al igual que el Emperador Lord Vader tenía un aura… Una… Sensación si estabas a su alrededor. Poder ilimitado. Sería alguien con quien iba a ser difícil lidiar. Él y su Inquisición.
  52.  
  53. — Confío en que el conflicto fuera digno de observar.
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  55. Asentí. Ni siquiera la mejor de las tácticas podrían haber hecho frente a las flotas combinadas de 4 Grandes Moff, 1 Gran Almirante y la flota defensiva de la capital. Simplemente imposible. Es más, dudo que el ataque desesperado Separatista que el General Grievous perpetró en su día hubiese sido equiparable a la maquinaria Imperial que fue usada esa noche.
  56.  
  57. Y fue así, como en un chispazo, que las tornas batalla empezaron a varias. Las fuerzas de los que ahora se conocen como «Puristas» se retiraron como buenamente pudieron. De 8 naves implicadas, tan solo el Omen, el Peregrin y el Ejecutor —todos con, cabe señalar, graves daños— lograron salvarse de la carnicería.
  58.  
  59. Afortunadamente esa sinfonía de muerte no fue la única confrontación que tiñó el Imperio. Por toda la galaxia hermanos lucharon contra hermanos y la rebelión de Minetii causó el efecto esperado: dividir al Imperio.
  60.  
  61. Batalla tras batalla, soldado a soldado, las fronteras de los nuevos bandos en esta guerra civil se fueron definiendo a lo largo de los meses.
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