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May 23rd, 2017
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  1. Ejercicio 6 Escalante Urrelo, Diego (301)
  2.  
  3.  
  4. Momento cumbre
  5.  
  6. Las ideas en la mente de Domingo parecían tan congeladas como sus dedos. El frío de la madrugada se había adueñado, cuarto por cuarto, de los muebles y pisos de parqué hasta hacerlos crujir. El goteo del viejo lavadero en la cocina y el golpeteo plástico del teclado eran lo único que rompía el silencio. La luz amarilla de la calle daba un color avejentado a los libros; la luz pálida del monitor se reflejaba sobre sus pupilas cansadas.
  7.  
  8. Fastidiado recordó, tiritando, cómo había tenido que renunciar a dormir esta noche. La culpa era de Jorge por haberlo llamado a los pocos minutos de acostarse. Dio el último sorbo a su té, ya frío, y enrrumbó a la cocina mientras recordaba gruñiendo.
  9.  
  10. El celular tenía un par de minutos vibrando insistentemente sobre la mesa de noche. A ciegas y con resignación buscó el teléfono dando manotazos adormecidos sobre la mesa. Sus ojos aun dormidos se limitaban a ver manchas borrosas en la pantalla. Refunfuñando y resignado, contestó. La voz que salía del condenado aparato le reventaba los tímpanos pero la identificaba, era Jorge. Su farfulleó casi lo había dormido nuevamente, hasta que mencionó el trabajo de Historia. Ese que venía postergando sin falta todos los fines de semana. Sin dejar que Jorge terminase, colgó y saltó de la cama. La noche volvía a empezar.
  11.  
  12. Apoyado sobre el repostero, cruzado de brazos y temblando, pensaba en todo lo que le faltaba para terminar. Perdía la vista entre los zurcos marrones de las mayólicas. El silbido de la tetera lo trajo de vuelta. La noche aun no terminaba.
  13.  
  14. El té se había enfriado nuevamente, pero ya no necesitaba otra taza, la impresora le entregaba la última hoja del trabajo de la noche. Tambaleante caminó hacia la sala, se dejó caer en el sofá, arrastró su mochila para guardar su trabajo, los ojos se le cerraban, el sofá se sentía de pronto muy cómodo, cálido.
  15.  
  16. Entre sueños, un zumbido lejano lo inquietó; su cuarto, el despertador, ¡la hora!. Agitado y medio dormido se echó la mochila al hombro y corrió al kiosko de la avenida, su paradero usual, la calle desierta de buses aumentaba su ansiedad, no podía llegar tarde de nuevo. Intentó tranquilizarse leyendo los titulares del día; los más amarillos lo hacían sonreír, pero uno de colores más serios le arrancó la sonrisa: «Cumbre Sudamericana arranca hoy con feriado no laborable».
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