Fumar en la lluvia
Un día, una noche, bah, fui a comprar cigarrillos bajo una lluvia tremenda... Muy roto y patético y... Nada, me puse a pensar en toda la miseria de la situación y que al día siguiente iba a amanecer resfriado porque había salido con una remera...

La mina que me atendió era... Linda... Suelo tener buena suerte con las kiosqueras que me tocan... No es que me toquen literalmente...

Esta, en particular, tenía ojos verdes y una sonrisa como de simpatía comercial e ingenuidad de quien todavía no comprendió lo absurdo de la existencia... Un poco de retrasada era la sonrisa, si vamos a ser veraces... Pero la mina no era... En fin.

Compré los cigarrillos. El kiosco tenía toldo... Me fumé un pucho y le saqué alguna charla a la mina. Yo sabía que tenía novio: un fulano musculoso que andaba en moto con el caño recortado... Pero no me importaba. Además, yo solo quería fumar el pucho y refugiarme de la lluvia... Lo de hablarle a la mina fue mera cuestión de ego, probar: "Seh, aún tengo el toque mágico". (Nunca tuve ningún toque mágico).

Y la piba me contó que trabajaba ahí y... Algo más. No me acuerdo...

La conversación duró lo que me duró el pucho prendido pero igual... Yo fumé rápido porque tenía ganas de cagar. Obvio que no le dije a la mina que tenía ganas de...

Ah, y el kiosco quedaba a dos cuadras de casa así que... Corrí y me saqué toda la ropa ni bien entré... Todo. En pelotas. Fui a cagar...

Y... Me puse a pensar en la kiosquera y un poco se me paró... Y me sentí, no sé, un adolescente granoso de 13 años: pajero total... Patético. Y... Es complicado cagar con una erección... Yo les aclaré que no tengo ningún toque mágico.

Y ahí me acordé de Kierkegaard quien dijo que solo los locos y los adolescentes creen que para el hombre todo es posible... Y me dije a mí mismo: "No seas tan pelotudo". Y volví a la realidad: cagué.


Después busqué ropa seca...