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Mar 21st, 2018
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  1. Lord Vader permanecía recluido en su cámara privada, dentro de la cámara de presión, observando con sus propios ojos los datos de las últimas operaciones del Imperio en el sector, cuando una luz roja e intermitente llamó su atención a la derecha de la proyección holográfica.
  2.  
  3. Lo observó con cierta desgana, era un canal de voz con el Capitán Wermis, quien dirigía su destructor. Se tomó unos segundos antes de presionarlo, preguntándose qué motivos tendría ese mero hombre para interrumpirle en su momento de descanso. La idea de castigarlo por tamaña ofensa cruzó su mente, para que mentir, sin embargo el temible Lord Vader tenía una visión de si mismo como la de un hombre justo. Alguien que, simplemente, aplicaba el merecido castigo a todo el mundo que lo mereciera representando la justicia en el Imperio, o, como alguno los llamaban, la Mano del Emperador.
  4.  
  5. Así que le escucharía. O vaya, lo haría tras pulsar el botón al menos, pues este todavía estaba pitando frente a sus ojos. Seguramente ya era momento de activarlo.
  6.  
  7. — ¿Capitán? —inquirió Lord Vader con su propia voz, dando, como era habitual, la primera palabra en toda conversación.
  8.  
  9. — Lord Vader —respondió de inmediato el Capitán con cierto nerviosismo en su voz.— El Gran Inquisidor desea contactar con usted, trasmisión de emergencia prioridad alfa-siete.
  10.  
  11. Vader permaneció en silencio unos segundos. Los mismos, que para el apenas resultaron uno simple momento, resultaron una completa y silenciosa agonía para el Oficial Imperial al otro lado del comunicador. La angustia se hizo con el y el terror no tardó mucho en llegar a su cabeza. En el puente le miró con preocupación y no sería raro que el oficial de comunicaciones situado a su derecha se percatara de aquella gruesa gota de sudor que descendía lenta, pero sin pausa, del rostro del hombre.
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  13. — Ya veo —dijo el Sith con un tono calmado.— Pásemelo al terminal, trataré el asunto con el en persona.
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  15. — Sí, mi Lord —respondió de inmediato el Capitán, como si se hubiera quitado un enorme peso de encima.
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  17. Fue el propio Vader quien cortó la comunicación y, a continuación, mientras en la sala de comunicaciones realizaban los preparativos pertinentes, accionó los mecanismos de la cámara para que el casco negro se colocara de nuevo sobre su cabeza. Una vez la tarea estuvo hecha, fue el mismo quien permitió que pasara la transmisión.
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  19. — Gran Inquisidor —dijo él en cuanto vio aparecer el holograma de aquel hombre frente a sus ojos.
  20.  
  21. A diferencia de la mayoría de cuerpos del Imperio, la Inquisición contaba en esos momentos de una mayoría alienígena. Aquello no era raro, por supuesto, muchos de los inquisidores más viejos habían sido, en su día, miembros de la Orden Jedi «como el propio Vader». Lugar donde la mayoría de los integrantes no eran humanos.
  22.  
  23. En concreto el hombre con el que iba a tratar era un Pau’an que antaño formó parte del cuerpo de centinelas del Templo. Su piel era, como en la mayoría de miembros de su espécie, grisácea y seca. Tenía tatuajes rojos descendiendo por su rostro y, adicionalmente, unos ojos de un vivo color amarillo.
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  25. Portaba una visible armadura negra. Ligera, del estándar de la Inquisición, pero con protección en importantes zonas para que, en una lucha, un Inquisidor pudiera medirse con mayor facilidad contra un Jedi.
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  27. — Lord Vader —respondió este. Había mayor tranquilidad en su voz que en el capitán. Pero Vader, aún así, percibió algo de verguenza.— La situación en Lothal se ha vuelto complicada, mi señor —continuó rápidamente. Pese a ser el segundo al mando en la Inquisición no era tan osado como para hacerle perder el tiempo a Vader.— Los terroristas de la zona nos dan más problemas de los previstos. No logramos atraparlos. Le llamaba para solicitarle ayuda con el asunto.
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  29. El rostro impasible del casco de Lord Vader no se inmutó «como es evidente» ante la petición. Como era habitual en esos momentos se hizo el silencio. Al igual que con el capitán, aquello fue poco a poco convirtiéndose en un martirio para el Inquisidor.
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  31. Sin embargo aquella vez «y a diferencia del capitán» no fue una respuesta lo que obtuvo el Gran Inquisidor. Algo extraño, diferente e inusual «pero para nada desconocido» empezó a formarse como un nudo en su garganta. Lord Vader no se movió, permanecía estático en su silla, pero el rostro del Pau’an rápidamente comenzó a empalidecer. Sus ojos se tornaron poco a poco más blancos y el aliento, lentamente, dejó de salir por su boca. Le estaba ahogando con la Fuerza, por si no es evidente. El alienígena no tardó mucho en llevarse las manos al cuello.
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  33. — Debería usted tener más cuidado con sus actos, Gran Inquisidor —aunque el tono mecánico de Vader fue monótono durante toda la frase, el Inquisidor pudo percibir cierta burla al momento de nombrar su título. Aunque vaya, en aquel momento el hombre tenía mayores preocupaciones en mente que, por ejemplo, el uso de unas palabras del modo indicado.— Tendrá su ayuda. Pero esta será la última vez que me falle, ¿Entendido?
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  35. El alienígena apenas lograba respirar, pero alcanzó con las pocas fuerzas que restaban en su cuerpo para asentir con la cabeza.
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  37. — Bien —dijo el Sith dejando de influir el cuello del Inquisidor.— Puede retirarse.
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  39. — Gr-gracias —respondió este antes de que Vader cortara la conversación.
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  41. A continuación Lord Vader se quedó unos segundos pensando en que podría hacer. Si mandar a más miembros de la Inquisición o, por lo contrario, dejar el asunto en manos de alguien más competente que el propio Gran Inquisidor.
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  43. — ¿Capitán Wermis? —inquirió de nuevo su voz, seguramente causando el espanto en aquel hombre.
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  45. — ¿S-Si, Lord Vader? —respondió con sorpresa.
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  47. — Póngase en contacto con Tarkin, tengo importantes asuntos que tratar con el.
  48.  
  49. — Ahora mismo, mi señor.
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