Capítulo 12
Cosas que hiciste. Cosas que jamás harás. Cosas que soñaste. Tras mucho tiempo ellos corrieron juntos. Después de que Brener y yo nos hubiésemos costado en la noche del miércoles mi padre volvió, escuché a mis padre en la cocina, hablando, riendo, lavando los platos. El ruido del agua cayendo. El ruido de los platos y los cubiertos. El armario abriéndose y cerrándose. Sus suaves voces.
	"Nadie lo pensará..." dijo mi padre, después no pude escuchar el resto.
	"¿Quieres hacer una excursión en familia fuera de él?" dijo mi madre.
El agua siguió, luego paró. Su voz fue más sarcástica.
	"Nadie lo pensará," dijo de nuevo. Seguido de mi nombre, "Dell."
	"Tú no lo eres. No," dijo ella.
	"Vale." Seco los platos que estaban apilados.
	"¿Entonces, estas contento?" Demasiado alto como para no escucharlo.
	"¿Qué tiene que ver eso con hacerme feliz?"
	"Todo. Absolutamente todo."
Y ese fue mi sueño: corriendo en pijama hacia la luz de la cocina, donde ellos estaban de pie, mirándome. El alto de mi padre - sus pequeños ojos seguían reluciendo. La bajita de mi madre con sus pantalones blancos y su bonita blusa con botones verdes. Con cara de estar muy preocupado. "Me voy," dije. Los puños cerrados. La cara húmeda. El corazón palpitando. Mis padres empezaron a retroceder en mi visión, como cuando estás enfermo y la fiebre encoje al mundo y la distancia se alarga. Mis padres encogieron y encogieron hasta que me quede solo en la severa iluminación de la cocina, y ellos estaban en el punto de desvanecerse, justo a punto de desaparecer.